Afirma que los retuvo pero que fueron capturados por delincuentes
Versiones contradictorias de la Marina sobre desaparecidos
Los dichos, inverosímiles, señala ombudsman de Nuevo Laredo
Familiares de desaparecidos por la Marina en Nuevo Laredo aseguran que se
topan con paredal acudir a denunciar los casos ante la PGRFoto La Jornada
Sanjuana Martínez
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Domingo 15 de enero de 2012, p. 6
Domingo 15 de enero de 2012, p. 6
Nuevo Laredo, Tamps. Amenazada de muerte tras denunciar a la Armada de México por la desaparición forzada de su esposo, Oralia Guadalupe Villaseñor Vásquez intentó obtener el estatus de refugiada en Estados Unidos, pero prefirió regresar a México:
Mi vida está aquí y no puedo abandonar a mi esposo.
Desde hace siete meses, Oralia Villaseñor sigue un ritual en honor a su marido, José Fortino Martínez Martínez. Diariamente, en la casa que ambos compartían con sus cuatro hijos, lo nombra en cada comida, bendice la ropa de él que hay en el armario y por las noches lo sueña y siente su presencia:
Hubiera sido una cobardía no volver. ¿Si nosotros no le movemos, quién lo hará?....
Vivir esta situación implica paciencia y, en su caso, misticismo. Compró pastel y 34 velitas el día del cumpleaños de él; también lo incluyó en el festejo de Navidad y Año Nuevo, sin faltar el aniversario de bodas.
Mi corazón me dice que está bien, vivo; mi corazón me dice que pronto va a estar con nosotros; mi corazón cree que la Marina me lo van a devolver, pero más que nada creo en Dios. Noticias malas no han llegado, quiere decir que está con vida.
Las lágrimas no cesan, se limpia con la mano. Dice que ha preparado el regreso de su esposo; tapó las decenas de agujeros de bala disparados a la fachada de su casa luego de denunciar a la Marina; resanó las paredes para que su esposo vea todo igual, incluso cada mueble, cada cosa en la casa sigue en el mismo lugar: “Sé que la Marina los maltrata mucho, pero Dios lo está protegiendo. He tenido sueños en los que él regresa. Entra y me dice: ‘ya llegué’. Sé que así va a ser. Mucha gente piensa que estoy loca, pero creo va a volver. La casa está igual, no he movido nada”, dice mientras su hija, de tres años, pregunta: “¿Cuando va a volver papi? Ella contesta lacónica:
Ya mero, ya mero viene
Oralia Villaseñor Vásquez con la foto de su esposo en el celular. Foto: Sanjuana Martínez
No existen
Los desaparecidos por la Armada de México no existen para la PGR ni para la justicia militar; se encuentran en el limbo, dice Raymundo Ramos, presidente del Comité de Derechos Humanos de Nuevo Laredo, Tamaulipas:
El gobierno debe abrir una comisión de la verdad para investigar los cientos de desapariciones; no fueron privados de su libertad por delincuentes, sino por el Estado y nadie del gobierno hace nada. Sólo nos ignoran.
Además de Martínez Martínez, la Armada de México se llevó, en los primeros días de junio, a 14 personas más de la misma zona, aunque el número es mayor, pues muchos no denunciaron por temor.
Cinco meses después, la PGR contestó a Amnistía Internacional en una carta fechada el 11 de noviembre sobre estas imputaciones:
Se obtuvo información de que el 4 de junio pasado (la Secretaría de Marina) tuvo contacto con los presuntos agraviados en Colombia, Nuevo León.
La versión que la Marina ofrece es similar a la de otros casos y resulta contradictoria, ya que los marinos sacaron a los ahora desaparecidos de sus casas en Nuevo Laredo, según consta en fotografías y videos que tomaron los familiares de las víctimas. La carta señala que el personal naval tuvo contacto con los desaparecidos: “Personas que refirieron que eran obligados, bajo amenazas, a trabajar para el grupo delictivo Los Zetas, motivo por el cual se les invitó a colaborar para que proporcionaran información del área, en forma voluntaria; se les ofreció protección durante la estancia de las fuerzas navales en ese lugar. Así, fueron trasladados al poblado de Miguel Alemán, Tamaulipas, por su seguridad”.
La Armada de México declara que los
presuntos agraviadosfueron dejados en las
inmediaciones de la Central Camioneraen Miguel Alemán,
a fin de que se transportaran con destino a Nuevo Laredo.
Para Ramos la versión de la Marina respecto a los desaparecidos es falsa:
Es mentira. ¿Cómo es posible que la delincuencia los haya privado de su libertad después de que lo hizo la Marina, si ese municipio está controlado por la Marina y el Ejército? Es una versión inverosímil.
Los familiares insisten en que
se topan con la paredal denunciar sus casos, porque nadie quiere enfrentar el poder de la Armada de México, según Ramos los desaparecidos son invisibles: “Para ellos no son personas, con derechos. Esta demostrado que los marinos los arrancaron de sus domicilios; a la autoridad no le interesa investigar a los responsables, por eso buscaremos tribunales internacionales”.
Los torturados
Alejandro Gil Martínez Martínez presenció el momento en que los marinos se llevaron a su hermano, José Fortino, y no ha dejado de buscarlo. Ha tocado todas las puertas de autoridades y ha sostenido reuniones con elementos de la Marina:
Al principio me indicaron que lo tenían ubicado. Luego, aseguraron que estaban investigando. Después que la delincuencia organizada se lo llevó, y ellos los encontraron y los dejaron en Miguel Alemán. Son puras mentiras. Nos están dando largas.
Con visible indignación, añade:
Según ellos a mi hermano se lo llevaron el 4 de junio de Colombia; a mi hermano lo sacaron los marinos de su casa, en Nuevo Laredo, el 5 de junio. Nosotros tenemos fotos y videos como prueba. Los seguimos desde que lo sacaron, luego se lo llevaron al hotel Santa Mónica. En la PGR mostramos las fotos y videos y tienen miedo porque se trata de la Marina. Nos dicen que no pueden hacer nada.
Desde hace siete meses, Alejandro Martínez ha emprendido una investigación sobre la desaparición de su hermano. Pudo entrevistarse con otros secuestrados por la Marina como el trailero Arturo Vergara, actualmente preso: “Él duró secuestrado dos semanas, luego le habló a su hermano y comentó que cuando se lo llevaron los marinos lo trajeron dos días paseándolo, luego lo trasladaron a un sitio, lejos de Nuevo Laredo. Me contó que allí había muchos más; los tenían con los ojos vendados, los torturaron; él siempre oía gritos y lamentos. Me dijo: “Recuerdo que una mujer gritaba mucho, luego ya no la oímos más y uno de los marinos dijo:
ya se nos dobló. Se les murió: quién sabe qué le harían”. Al final Arturo aceptó que traía droga para que no lo golpearan más. Le sembraron 60 kilos de coca y 30 de mariguana. Ahora está en la cárcel”.
Los testimonios de tortura son estremecedores:
Nos juntamos muchas familias de desaparecidos. Había gente que fue torturada y luego liberada. Cuatro de ellos nos explicaron que los tenían en el Lienzo Charro, enterrados hasta el cuello, nos enseñaron las heridas. Les aventaban agua y les daban toques eléctricos en los testículos; traían los brazos y la espalda moreteados. Les pegaban en el trasero y en las plantas de los pies con tablas. Quisimos grabarlos, pero no quisieron porque tenían miedo. Los marinos los amenazaron con desaparecer a todas sus familias y matarlos.
La desolación provocada por la impunidad invade a familiares de desaparecidos, tanto que algunos, como Alejandro Martínez, prefieren pactar con los que llaman verdugos. Comenta afligido:
Queremos decirle a la Marina que nos entregue a nuestro hermano como esté. Si le hicieron algo, ni modo, con una llamada anónima avísenos dónde está para tener dónde llorar. Y retiramos las denuncias en su contra. Nos olvidamos de todo. ¡Ahí muere!.
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