domingo, 29 de abril de 2012


La historia de los niños recuperados de Caifac Monterrey
Menores plagiados, entre el desdén oficial y el síndrome de Estocolmo
"Ella era buena", dice Diana Lizeth sobre su secuestradora
Parientes de secuestrados y liberados señalan que autoridades nunca los buscaron

Sanjuana Martínez
 
Periódico La Jornada
Domingo 29 de abril de 2012, p. 4
Todavía la quiero, afirma muy seria Diana Lizeth Bernal Hernández al referirse a Mamá Mine, una de las secuestradoras que la mantuvieron retenida durante tres años. Ella era buena. Me veía siempre deprimida. Le dije que ya no aguantaba, que quería volver con mi familia. Y respetó mi decisión. Me dijo que preparara mis cosas y me trajo a Monterrey.
Está tumbada en la cama. Tiene el cabello teñido y va muy maquillada. Hace poco cumplió 14 años pero su cuerpo es casi de adulta. Lleva un pantalón de mezclilla ceñido y una camiseta con un ligero escote; la boca pintada de rosa y las uñas de rojo. Usa pulseras en ambas muñecas. Sus tres hermanas escuchan sin asombro lo que dice, mientras su sobrina Ana Karen de dos años salta en la cama.
Cuando llegó a la casa no la conocía, dice su madre, Mónica Bernal Hernández. “Le dije: ‘¿Quién eres?’ Y me contestó: ‘Soy Diana, tu hija’. La reconocí por el lunar en la cara, la abracé y me puse a chillar”.

La extrema pobreza y la falta de alimentos obligaron a Mónica y María Inés hace más de tres años a dejar a sus cuatro hijos en el albergue Centro de Adaptación e Integración Familiar, Caifac Monterrey. Son madres solteras y no tenían trabajo. María Inés no sabe leer ni escribir y firmó sin saber junto con Mónica unos documentos donde cedían la custodia al centro dirigido por la Iglesia cristiana restaurada.

Durante ocho meses visitaron a sus hijos en el albergue, pero de manera paulatina el centro les fue negando ese derecho. A principios de 2009, Brenda decidió escaparse, huyendo del constante maltrato. Y a partir de entonces nunca más volvieron a saber del resto de los niños. Interpusieron las denuncias y poco después supieron que no eran los únicos menores sustraídos ilegalmente, que también había desaparecidos en Casitas del Sur del Distrito Federal y La Casita de Cancún. Se trataba de una red internacional de tráfico de menores con fines de explotación sexual, adopciones ilegales y tráfico de órganos, investigada por la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (Siedo) y que mantiene secuestrados a más de una veintena de niños.
Cambiar la apariencia
Aquí te dejo, le dijo Minerva a Diana Lizeth al llegar a la central de autobuses de Monterrey. Ambas vivían en Durango desde hacía tres años, luego de que fue separada de sus dos primos, quienes permanecieron en Monterrey y Saltillo con Patricia Murguía Ibarra, la otra secuestradora que dirigía el albergue. Afirma que les tiene cariño a ambas, a pesar de todo. No sabe lo que significa el síndrome de Estocolmo.
Desorientada, la niña le preguntó: ¿cómo me voy a ir a mi casa? Su secuestradora sacó de su bolsa 80 pesos y se los dio. Toma un taxi, le dijo. Nerviosa, insegura, Diana Lizeth se sintió aterrada. Era libre. Salió a la calle y tomó el primer taxi que pasó. Recordaba vagamente el lugar donde vivía con su familia en San Pedro Garza García, pero al llegar no sabía cuál era su casa. Preguntó a las vecinas y la orientaron. Cuando iba por la calle reconoció caminando a su hermana pequeña Mónica y a una prima.


Su casa consiste en un cuarto. En la esquina una pequeña estufa hace de cocina. El ropero separa la cama y un viejo sofá cama. Aquí dormimos los nueve, pobremente, pero bien felices, expresa Mónica, que acaba de traer un pastel, regalo de su patrona, con quien trabaja haciendo el aseo. Me paga 20 pesos, pero me da comida y ropa, señala. Su actual pareja es albañil y gana mil 200 pesos, con lo que todos sobreviven.
Yo no tengo traumas, asevera de manera categórica Diana Lizeth. “A mí no me golpeaban ni me castigaban como a mis primos. Vivíamos las dos solas. Casi siempre estábamos encerradas. Mamá Mine me pintó el pelo y me maquillaba para trabajar”.
Diana Lizeth no tiene noción del tiempo que estuvo secuestrada. No sabe cuántos años fueron. Tampoco recuerda hechos concretos ni direcciones, ni el apellido de su secuestradora, a quien le decían también Matilde. Dice que casi siempre estaba encerrada y que celebraba sus cumpleaños, pero no la Navidad, “porque Jesús no nació ese día, como dice la gente en la calle. Mamá Mine me dijo que eso es mentira”.
Cuenta que estudió hasta cuarto año de primaria porque no le permitían ir a la escuela y sólo estudiaba vía Internet en Educación Net. Y que trabajabahaciendo manualidades, aunque no sabe determinar el tipo de artículos. Sólo tejí una bolsa, dice sonriendo de manera nerviosa.
                                                       Jorge Erdely Graham
Va reconstruyendo poco a poco sus recuerdos. Una sicóloga del DIF le ofrece terapia sicológica en su casa. Diana Lizeth fue adoctrinada. Estudiaba la Biblia todos los días con la particular visión de la Iglesia cristiana restaurada, concretamente de la llamada secta de Los Perfectos, dirigida por los supuestos cabecillas de la red internacional de tráfico de menores Jorge Erdely Graham y el regiomontano Sergio Humberto Canavati Ayub, ambos en libertad y en paradero desconocido.
                                                   Sergio Humberto Canavati Ayub
Nadie los buscaba
La primera sorpresa que se encontró Diana Lizeth al llegar a su casa es que su hermana mayor, Brenda Carolina, quien fue la primera en escapar de Caifac, es madre y tiene una hija de dos años.
Yo me sentía culpable por haberme ido sin ella. Siempre que andaba divirtiéndome pensaba en ella, dice sentada en el sofá. Tiene 15 años y decidió no seguir estudiando. Le dijeron que si la hubiera querido no me hubiera escapado sin ella, pero no es verdad. Lloré bastante cuando volvió. Ahora nadie nos va a volver a separar.
Mónica sabe que el futuro de sus cinco hijos es difícil debido a la endémica miseria que padecen desde hace varias generaciones, pero asegura que seguirá luchando por sacarlos adelante.
La pobreza, comenta, fue la razón por la cual ni la Procuraduría de Justicia de Nuevo León ni la Siedo buscaron a su hijo. Fue puro pedo, nunca hicieron nada, nunca lo buscaron. Puro pedo; siempre nos decían que no había novedades, no se movían. A mi hermano Francisco los ministeriales le pidieron un billete para buscar a los niños, pero, ¿de dónde agarrábamos dinero para darles?
Cuando apareció Diana Lizeth, los trabajadores del DIF Capullos la buscaron para hablar con ella, pero Mónica también desconfía de ellos porque cuando Brenda Carolina se escapó vinieron por ella y la dejaron varios meses en instalaciones de esa institución antes de entregársela.

Esta vez no me dejé que me la quitaran. Cuando Brenda (escapó y se la llevaron trabajadores del DIF) batallé para que me la devolvieran. Les dije que estaban las puertas abiertas de mi casa para que le dieran sicología, nada más.
Mónica no olvida que luego de que interpusieron la denuncia por la desaparición de sus hijos, DIF Capullos recibió a la secuestradora Patricia Murguía Ibarra y los niños. Incluso hay un video donde están entrevistando a mis hijos y mis sobrinos. Y luego los dejaron salir, no sé por qué. Claro, ya después no los volvimos a ver. El DIF también es responsable.
Y ríe cuando escucha que la PGR emitió un comunicado luego del reportaje publicado en La Jornada el pasado domingo con la historia de Julio César Castañeda Bernal, quien se escapó, afirmando que habían localizado a dos niños. Ya ni la burla perdonan. Nadie los andaba buscando, fueron los niños los que lograron salir. La niña tiene varias semanas aquí y nadie le ha venido a preguntar nada, ni los de la Siedo.
Es mediodía y Mónica trajo medio pastel, con el que le pagó su patrona el trabajo de hoy. Brenda empieza a partir rebanadas. Ríen con las gracias de Ana Karen, la más pequeña de la familia. No completamos (para los gastos). Mi pareja no puede con todos los chiquillos que tengo y uno de él se vino de García y aquí lo tengo. Ya somos más. Estamos todos apretados, pero todos juntos. Por fin, todos juntos.


domingo, 22 de abril de 2012



Logran escapar de una casa en Saltillo donde se realizaba venta de órganos
Aparecen dos niños de los albergues Las Casitas
Son los primeros de una veintena de retenidos en asilos de la Iglesia cristiana restaurada




Sanjuana Martínez
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Domingo 22 de abril de 2012, p. 15
Julio César Castañeda Bernal y su prima Diana Lizeth Bernal Hernández escucharon cuando sus secuestradores acordaban detalles de la venta de órganosy no lo dudaron ni un segundo, se escaparon cada uno por su lado, de la casa donde los tenían en Saltillo, Coahuila. Ambos son parte de más de una veintena de niños sustraídos ilegalmente de los albergues Caifac Monterrey, Casitas del Sur, en el Distrito Federal, y La Casita de Cancún.

Durante días, Julio César, de 14 años, vagó por las calles de Saltillo, pidió ayuda para comprar comida, pero finalmente la desnutrición que padece le provocó un desmayo y alguien lo llevó a un hospital. Apenas pesa 35 kilos y tiene los huesos pegados a la piel. Ríe nerviosamente porque sabe que hoy podría volver a ver a su madre. Hace unas semanas le hicieron las pruebas de ADN para cruzar los datos con los de ella siguiendo el protocolo de seguridad.
Antes de entrar al edificio de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (Siedo), María Inés Bernal siente escalofrío en la espalda. Está muy nerviosa. Desde que supo que ese niño podría ser su hijo secuestrado hace cuatro años, no ha podido dormir. Nunca dejó de buscarlo; hizo todas las denuncias necesarias y acudió a decenas de manifestaciones con otras madres de hijos desaparecidos. Fueron años de dolor, insomnio, angustia. Apoyada por Cadhac y Alternativas Pacíficas, hoy la vida puede darle un vuelco y todo puede cambiar.
Se niega a sentarse. Cuando lo ve aparecer por la puerta no tiene duda: Es él, es mi hijo. El oficial a cargo del niño se lo confirma: Salieron positivas las pruebas, señora, el niño es su hijo. Ella ríe llorando, lo mira y balbucea: Ya lo sé, no necesita decírmelo, es mi hijo. Desorientado, Julio César no sabe qué decir. Sin mediar palabra, de manera instintiva, ambos se funden en un abrazo prolongado, eterno; el abrazo del rencuentro.
Historias de terror
La historia de los niños de las casitas secuestrados, de acuerdo con el expediente judicial al que se ha tenido acceso, se remonta a 2008 cuando Brenda Carolina, prima de Julio César, escapó del Centro de Adaptación Social y Familiar, AC, debido al maltrato que recibía y se descubrió que algunos niños habían sido sustraídos. Los tres albergues de Monterrey fueron clausurados y la Procuraduría General de Justicia de la entidad inició las investigaciones con base en las denuncias de las hermanas María Inés y Mónica Bernal Hernández por la desaparición de tres de sus hijos.
Meses después la abuela de Ilse Michel denunciaba ante la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal la desaparición de su nieta en el albergue Casitas del Sur e igualmente surgieron denuncias de secuestros de niños en La Casita de Cancún. Los testimonios de los niños rescatados hablan de maltrato físico y sicológico, abuso sexual y adoctrinamiento religioso.
En abril de 2009 la Siedo atrajo el caso para investigar una presunta red internacional de tráfico de menores liderada por la denominada Iglesia cristiana restaurada y la secta de Los Perfectos, dirigidas presuntamente por Jorge Erdely Graham y Sergio Humberto Canavati Ayub, con fines de explotación sexual, adopciones ilegales y tráfico de órganos.
Desde entonces, siete personas han sido detenidas, aunque ninguno de los máximos responsables. Tampoco ninguno de los niños ha sido localizado, pese a que las autoridades fijaron una recompensa de 10 millones de pesos. Julio César y Diana Lizeth son los primeros niños recuperados, gracias a su propia audacia al huir de su cautiverio.

Julio César fue puesto a disposición del DIF Capullos Nuevo León hasta que las autoridades resuelvan entregarlo a su madre, quien diariamente lo visita. Durante los breves encuentros Julio César ha podido exponer los traumas ocasionados durante su secuestro.
El niño tiene pesadillas y dice que le metían la cabeza en un pozo, comenta María Inés antes de entrar a verlo; la acompaña Miguel, su hijo pequeño, de ocho años, y su hermano Francisco: Queremos todo el peso de la ley contra los secuestradores, que los detengan y los encierren de por vida. No entendemos por qué nunca detuvieron a Patricia Munguía Ibarra, quien desde el principio era la principal sospechosa. Aquí hay enredada mucha gente del gobierno, dice.
Según los testimonios del niño, Munguía Ibarra, ex directora de Caifac, es quien secuestró y tenía a los tres hijos de María Inés y Mónica Bernal Hernández. Diana, la hija de Mónica, logró escapar al igual que Julio César, pero falta la hija de María Inés, Adriana Guadalupe, quien aún permanece con la presunta secuestradora.
El domicilio de Munguía Ibarra fue ubicado por las víctimas en Apodaca, pero ni las autoridades judiciales de Nuevo León ni las federales lograron detenerla: El niño dice que desde hace tres años se los llevaron a vivir a Saltillo a un lugar que se llama Las Palmas, porque el hijo de Patricia le había dicho que no quería problemas y no la ayudó, dice.
                                           Adriana Guadalupe, aún secuestrada
La dicha de María Inés al encontrar a Julio César es a medias, porque aún le falta recuperar a su hija Adriana Guadalupe: Patricia los obligaba a decirle mamá Paty y Julio dice que la niña no pudo escapar y está con ella. Donde esté Patricia está mi hija.
Nueva vida
Julio César aparece por la puerta de la zona de visitas del DIF Capullos. No ha perdido sus rasgos infantiles. Exhibe una amplia sonrisa que deja ver dientes frontales con caries y piezas gastadas. Dice que nunca ha ido con el dentista, que siempre los tenían escondidos y que jamás fue a la escuela. Las pesadillas continúan, así como el miedo y la inseguridad.
La alegría de volver a ver a su hermanito Miguel es expansiva; lo abraza, lo besa. Ambos ríen contentos. Julio César le ofrece varios regalos que incluyen dos dibujos coloreados que tienen un mensaje escrito con letra infantil muy distante a la que corresponde a su edad: Te quiero mucho Miguelito. Pronto voy estar contigo en nuestra casa.
María Inés llora: Mami, para qué lloras. No llores. Su madre le contesta: Es de alegría por verlos juntos. Julio César se sincera con su madre, dice que cuando duerme se le aparecen caras feas, le cuenta que sus captores lo sacaban a la calle junto a otros ocho niños para vender pan de queso, pero los disfrazaban, les ponían pelucas y los maquillaban, incluida la propia Patricia Munguía.
Yo escuché cómo decían que iban a vender los riñones, por eso corrí, dice Julio César con cara de miedo; su madre añade: Me da mucha pena verlo tan delgadito. El niño dice que casi no les daban de comer, que casi siempre les daban frijoles quemados y arroz duro; que lo encerraban en un cuarto. Y me pregunta por su hermana Adriana, que si ya la encontramos. Le digo que estamos con la esperanza de encontrarla, pido a las autoridades que la busquen.

Su hermano Francisco interviene. Comenta que Diana, la hija de Mónica que también escapó, les contó que Patricia separó a los tres niños: Al salir de donde la tenían, nos contó que tomó un taxi que la llevó a la casa de su mamá en Santa Catarina y le cobró 80 pesos. Eso quiere decir que la niña estaba en Monterrey, no en Saltillo. La niña dice que no sabe dónde estaba, que sólo recuerda las calles Moctezuma o Tamazunchale. Mi pregunta es: ¿Por qué la policía nunca encontró a los niños ni a la secuestradora si siguieron viviendo en Monterrey, si como mucho iban y venían a Saltillo?.

viernes, 6 de abril de 2012

La plurinominal del nieto de Elba Esther Gordillo

La disputa por Los Pinos
La neta, no hay mejor abuela que Elba Esther Gordillo: René Fujiwara
El nieto de la dirigente y candidato del Panal critica a los profesores que están más en otra onda de estar manifestándose o armando alboroto que en trabajar
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René Fujiwara Montelongo asegura que todo lo que tiene Elba Esther Gordillo se lo ha ganado a pulso y a sudor. A ésta, más que la buena ropa, le gusta el estilo, y lo maneja bien, diceFoto Sanjuana Martínez
Sanjuana Martínez
Especial
Periódico La Jornada
Jueves 5 de abril de 2012, p. 2
Monterrey, NL. René Fujiwara Montelongo tiene 27 años y un futuro político asegurado: es nieto de Elba Esther Gordillo y acaba de obtener una candidatura a diputado plurinominal por el Panal. He trabajado mucho, no estoy tomando provecho de mi circunstancia. Amo a mi abuela, es mi ejemplo a seguir, afirma.
El hijo de la ex diputada federal Maricruz Montelongo Gordillo, primogénita de la líder sindical vitalicia, está sentado frente a un clamato sin alcohol. Lleva camisa color celeste, tiene el cabello largo y la barba negro azabache; unos ojos grandes que contrarrestan su apellido japonés y manos delgadas y cuidadas que mueve al ritmo de sus palabras. De entrada quiere dejar clara una cuestión: lo primero es que yo, la neta, verdad, diga (sic) lo que se diga de mi abuela, primero, antes que nada, es mi abuela y yo la amo con todo mi ser. Para mí es una superinspiración. Hay mucha crítica, pero son pocas las personas que la conocen como yo en su completa humanidad. Es mi referente, la mujer que más admiro en este mundo.
Habla con vehemencia y se muestra sorprendido por las críticas que aseguran que la política es un negocio de la familia Gordillo. Mónica Arriola, secretaria del Panal, encabeza la lista plurinominal al Senado, mientras el yerno de la dirigente, Fernando González, casado con la madre de René, busca un escaño de mayoría relativa por Sinaloa. Es absurdo pensar que un partido pertenece a una familia. Cada uno tiene una trayectoria bastante amplia. Fernando es impresionante su trayectoria (sic); fue de las pocas personas que se chutó todos los escalones de la SEP para poder llegar a la subsecretaría; tenía más experiencia que la propia secretaria y su hija (sic) ha hecho trabajo partidista desde que empezó el Partido Nueva Alianza.
En su caso, afirma que le dieron la candidatura plurinominal en lugar de un puesto de elección popular gracias a su trabajo. No es un premio porque es una gran responsabilidad. Tampoco es cosa fácil lo que se espera de uno y menos teniendo un rol visible como el que ahorita me están dando. Me parece legítimo que me la den, sin duda alguna.
Familia normal
Cerca de René Fujiwara está un compañero que graba la entrevista en un BlackBerry. Acaban de llegar de un acto en una universidad ubicada en Santa Catarina. Hace cuatro años fundó Alianza Joven por la Democracia Participativa, AC, movimiento que busca encauzar las demandas de ese sector de la población e incidir políticamente para buscar soluciones.
Cuenta que desde niño se percató de que pertenecía a una familia especial, pero muy normal, y que sufrió de distintas maneras las consecuencias de eso. Por ejemplo, afirma que se vio obligado a exiliarse y cursar sus estudios en Sussex, Inglaterra.
Su vida ha estado rodeada de comodidades y holgura, pero aclara que la fortuna de su abuela no es producto de dinero mal habido ni mucho menos a consecuencia del supuesto saqueo del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), dirigido por Gordillo desde hace 23 años. Se especulan muchas cosas. Yo tampoco voy ahorita a desprobarlas (sic), pero te prometo que somos una familia bastante normal. Los maestros, no me cabe duda que son la prioridad número uno de Elba Esther, por encima de su familia.
Y critica a algunos maestros por cuestionar a su abuela: no son lo mejor que tiene este país, que también, ya sabes, están más en otra onda de estar manifestándose o estar armando más alboroto que estar haciendo el trabajo que les corresponde hacer.
–¿Y qué opinas de que Elba Esther Gordillo sea una líder vitalicia, que no haya democracia en el SNTE?
–La naturaleza del sindicalismo es también que el sindicalismo no se inauguró ayer, ¿sabes? Como que finalmente nosotros mismos venimos de una historia y de un legado que surgió desde (Plutarco Elías) Calles, cuando se generó el priísmo como tal. Y pues finalmente todos estos procesos son procesos internos al sindicato... para serte franco de repente hay algunas prácticas que incluso de cómo se sientan, cómo se paran y se hablan, que hasta a mí me resultan un poco extrañas, pero tampoco yo soy quien para opinar. Son legados históricos... y yo no estoy sindicalizado ni soy maestro”.
¿Fortuna legal?
–¿Para ti es una losa ser nieto de Elba Esther Gordillo?
–Para mí es un privilegio. Yo amo a mi abuela, soy feliz. La neta, no hay mejor abuela que ella. Desde siempre nos ha inculcado muchos valores.... Si te digo la superneta, de repente me pesa más el ver a la gente de Alianza Joven meter de su propia lana, que mi abuela”.
–¿Se te puede estigmatizar por ser su nieto?
–Crecimos formando parte de ese entorno. Parte de lo que ella nos ha enseñado es estar muy seguros de quienes somos.
–¿Cuál es el ejemplo más importante que te ha dado?
–Ser congruente...
–¿La acusan de ser chacotera, primero con el PRI, luego con el PAN...?
–Lo que hace falta en este país es que haya más alianzas de verdad. Ahora no creo que las alianzas se deban quedar en el tema electoral. Y sus alianzas no se quedan en el tema electoral.
–¿Es injusto el odio generado contra Elba Esther?
–El odio es como tomar veneno y creer que al otro le haga daño.... Es muy difícil tomar en cuenta lo que se dice de ella cuando tú conoces a la persona de verdad...
–La revista Quién publicó una foto de tu abuela comprando ropa en Louis Vuitton... La critican por gastarse millonadas en ropa, casas, coches, yates...
–Una de las cuestiones de la política es que a veces te tratan como te ven. Y es parte de lo que ella me ha dicho. Parte de lo que me han presionado a mí es en vestirme ya no con jeans y cosas de esa naturaleza, y creo que es parte del mismo fenómeno. Todo lo que se dice de ella está exagerado.
–La foto era de ella saliendo de la tienda Louis Vuitton y es una tienda cara...
–Hay varias tiendas caras, pero hay muchas personas que compran allí. Y creo que parte de su rol implica tener una imagen que sea adecuada al rol.
–Le gusta la buena ropa...
–Más que la buena ropa, le gusta el estilo y sí lo maneja bien. Y tiene mucho estilo.
–¿Crees entonces que su fortuna es legítima?
–Este... ¿cómo legítima? ¿Legal?
–Sí.
–Claro, cien por ciento. Eso yo te lo podía firmar ahorita mismo y comprometer todo lo que soy a que sí.
–¿Por qué?
–Porque a mí me consta. Porque soy parte también de ese mundo, porque yo he visto también eso, porque también he visto cómo ella ha trabajado para poder obtener lo que ha obtenido. He visto el sacrificio que ha hecho.
–¿No es que se haya robado dinero de los maestros para poder tener su fortuna?
–No. Hay mucha gente que ha hecho negocio a partir de ella, a partir de su nombre, y ella ha cargado las consecuencias de algunos negocios que se han hecho con el nombre de ella, pero a mí no me cabe la más mínima duda de que absolutamente todo lo que tiene se lo ha ganado a pulso y a sudor.