lunes, 30 de mayo de 2011

La historia de Otilio Cantú y la impunidad militar

Otilio Cantú Gonzalez afirma no entender la impunidad de los asesinos confesos de su hijo
Al final, los militares arguyeron que el homicidio de un joven fue accidente, y ninguno pisó la cárcel
La investigación judicial del suceso ha tenido una bola de aberraciones e inconsistencias, señala

El doctor Otilio Cantú González en su consultorio en Monterrey muestra la foto de su hijo Jorge Otilio Cantú Cantú Foto Sanjuana Martínez


Sanjuana Martínez
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Domingo 29 de mayo de 2011, p. 8

Hace un mes, los militares mataron a mansalva a su hijo Jorge Otilio Cantú Cantú; le destrozaron la cara con cuatro tiros de gracia, le sembraron una pistola; robaron el dinero de su cartera, lo desacreditaron diciendo que era un sicario, cambiaron los dictámenes periciales de la escena del crimen... al final, aceptaron que el homicidio fue un accidente, pero ninguno de sus siete asesinos confesos pisó la cárcel.
Otilio Cantú González sigue sin entender la impunidad que protege a los militares criminales; tampoco comprende la falta de honor, decencia y vocación de servicio de quienes se supone están para aplicar la ley y la violan de manera flagrante, arropados en esa patente de corso llamadafuero militar.
Se trata de uno de los tantos crímenes cometidos por error de procedimiento por la policía militarizada; una nueva modalidad de seguridad que consiste en integrarmilitares a las policías estatales cambiando el uniforme pero conservando sus privilegios: Si estos señores se camuflan en otro uniforme para no parecer soldados, debe existir la posibilidad de juzgarlos como civiles. ¿Quién les da derecho de asesinar gente? Cuando les conviene son policías; cuando no, son militares. Y siempre quedan impunes, dice Cantú González indignado.
La vida de este médico naturista dio un vuelco el día que mataron a uno de sus cinco hijos y no ha podido hacer el duelo porque sigue esperando justicia. En su consultorio, al sur de Monterrey, está sentado frente al escritorio y toma un sobre blanco. Su llanto es desgarrador. Quiere mostrar algo: extrae seis credenciales manchadas de sangre que Jorge Otilio traía al cuello cuando recibió los 12 impactos: Este es mi hijo. Podría estar aquí. Ahora sólo lo tengo en fotos.
Solloza, gime, implora. No tiene alivio, no encuentra descanso, no hay sosiego posible. Quiere respuestas, que nadie responde. Sólo tiene preguntas, muchas preguntas: ¿Por qué lo asesinaron? ¿Por qué los militares vestidos de policía se comportaron como cualquier sicario? ¿Por qué cambiaron la escena del crimen? ¿Por qué modificaron los documentos de la autopsia?...
El montaje
Jorge Otilio acababa de volver de su luna de miel a la casa de sus padres mientras encontraba un nuevo domicilio. Era estudioso y trabajador, muy alegre. Cantaba siempre y le gustaba la música grupera. Usaba sombrero norteño. Era lunes 18 de abril cuando salió de su casa a las 5 y media de la mañana para dirigirse al trabajo en la empresa Teleperformance.
Había comprado a plazos una camioneta Dodge Ram pick-up doble cabina color rojo. Le encantaban lastrocas desde niño, lo que no sabía es que ese podía ser un motivo para ser asesinado. A la luz de los hechos, y según las indagatorias del padre de la víctima, a los militares vestidos con uniformes de la policía del estado les pareció sospechoso el vehículo y sin mediar palabra empezaron a disparar a su paso por la avenida Lázaro Cárdenas. Le hicieron más de 40 disparos.
A las 7 y media tocaron la puerta de Otilio Cantú para avisarle que había pasado un accidente, que su hijo había sido alcanzado por el fuego cruzado: “Cuál sería mi sorpresa que a las pocas horas publican y dicen en la prensa: ‘cae un sicario más en un fuego cruzado’, ‘iba acompañado con otras gentes’, ‘repelieron la agresión’... ¿Cómo? En ese momento yo tuve que salir gritando que era una calumnia, que mi hijo era inocente. No descansé hasta que limpiaron su nombre. No lo quería enterrar así. Espere tres días, hasta que salió el procurador diciendo la verdad. Luego lo sepulté”.
Inmediatamente después del asesinato se dio cuenta de la manipulación en la escena del crimen. Los militares sembraron una arma y cuatro cartuchos para aparentar que el muchacho les había disparado primero y que los 45 cartuchos tirados fuera del vehículo se justificaban al repeler la supuesta agresión: Al principio manejaron muchísimas versiones. Primero dijeron que iban persiguiendo un Mazda y una camioneta Tacoma, que nunca aparecieron; luego que Jorge Otilio quedo en medio de un fuego cruzado, luego que él traía una arma y había disparado. Hicieron una cochinada. No contentos con eso, cuando se dan cuenta que cometieron una barbarie, declaran que uno de los heridos toma una arma y se le hizo fácil ponerla en la camioneta de mi hijo, a otro se le hizo fácil recoger cartuchos y meterlos dentro de la camioneta para hacer ver que mi hijo había disparado. No sólo eso, movieron el cuerpo, hicieron todo lo que quisieron para aparentar un fuego cruzado, el cual nunca existió. Hay una bola de aberraciones e inconsistencias en el expediente. Está lleno de barbaridades.
A las 10 horas del suceso, Otilio Cantú fue a la Procuraduría General de Justicia de Nuevo León para ver el expediente con los hechos alterados:Hacen un montaje terrible. Las primeras declaraciones del capitán segundo de infantería Reynaldo Camacho son de que repelieron un ataque, pero ellos mismos dicen que mi hijo iba a baja velocidad.
Ante su exigencia, los peritos de Nuevo León aceptan hacer un peritaje y el procurador convoca a conferencia de prensa para admitir la verdad: El peritaje decía que todos los balazos fueron de afuera hacia adentro de la camioneta. Allí se desmintió la posibilidad de que mi hijo los hubiera agredido.
Los militares alteraron la reconstrucción de los hechos para proteger al capitán que les dio la orden de disparar: “Ellos dicen que son siete los asesinos, yo digo que son 12 o 15 porque eran cuatro patrullas; pero dicen que sólo intervienen dos, las otras dos se perdieron y agarraron otra ruta donde iba el capitán que dio la orden. Fíjate nomás. Tan criminales son los militares que le dispararon, como el autor intelectual. El capitán dicen que se perdió, y ahora dicen que llegó después. Y luego desaparece su nombre del expediente, pero él fue el que dio la orden y ni siquiera fue señalado como culpable. Su nombre lo vi en el primer dictamen que me mostraron en la PGR a las 10 o 12 horas del crimen. Yo no saqué eso de mi mente. Allí decía: ‘El capitán Reynaldo Camacho refiere que sus tropas repelieron la agresión de un sujeto que iba en una camioneta Ram roja y lo ejecutaron’”.
Otilio Cantú tenía bien definida la ruta que su hijo seguía para ir al trabajo. El joven era metódico y muy disciplinado: “A él lo ejecutan en la calle San Blas por la lateral. Él no tenía por qué ir por la lateral, sino por la avenida como siempre. Eso quiere decir que le dan la orden de orillarse. Él siempre nos avisaba cuando llegaba al trabajo y como ese día no llamaba le piqué al Nextel y contestó alguien, seguramente era uno de sus asesinos. El Ejército nunca me regresó el Nextel, ni el celular, se quedaron con todo. Incluso le robaron el dinero que traía en la cartera.... son unos delincuentes”.
La manipulación de la escena del crimen intentaba proteger a los elementos castrenses: Mi hijo siempre usaba el cinturón de seguridad. Le dieron 12 balazos, le destruyeron parte de la columna. Pero como médico sé que sus piernas quedaron inmóviles, perdió toda movilidad. Y ahora resulta que movieron el cuerpo y lo pusieron con una pierna arriba para aparentar que les había disparado. ¿Cómo, si no podía moverse?
Son cientos los familiares de víctimas asesinadas por el Ejército que se preguntan por qué los militares aplican la máxima: Primero disparo, luego averiguoSi mi hijo no hizo ningún disparo, la ley les obliga a pararlo e interrogarlo, no les da derecho a iniciar un ataque si no hay agresión. Si se les hizo sospechoso porque trajera una camioneta, pues párenlo. Traer una camioneta no está penado por la ley.
Impunidad castrense
La manipulación de los hechos y las pruebas para exonerar a los militares se han dado durante todo el proceso judicial. Las autoridades forenses intentaron ocultar el cadáver del joven asesinado. “No me lo querían mostrar más que en fotografías. Yo les dije: ‘no, señores, yo lo quiero ver. Yo necesito verlo. Es mi hijo’... Cuando lo vi, no podía creer tanta saña. Terrible, terrible... Tenía cuatro disparos en la cara: uno en el pómulo, otro que le destruyó la nariz, otro que le entró por el maxilar y otro más que le salió por atrás. ¿Cómo es posible? Los militares se comportaron como cualquier criminal. Dice el Presidente que eso lo hace la delincuencia organizada, pero estos señores, que son los que supuestamente nos protegen, se portaron como cualquier sicario: le dieron no un tiro de gracia, le dieron cuatro”, dice llorando.
Un rato antes había estado checando los papeles de la autopsia. En ningún lado decía que el cadáver presentaba cuatro balazos en la cara:Pero como yo soy médico y pasé por la Facultad de Medicina y por el área forense, lo primero que observé es el exterior del cuerpo. Me dije: ¿cómo es posible que los médicos forenses no hubieran descrito lo que tenía en la cara mi hijo? En ese momento me di cuenta que los cuatro balazos no estaban en los papeles de defunción, ni en la autopsia. Solamente describieron que murió por balazos en el tórax y el abdomen, no dijeron nada de la cara.
Cantú, inició entonces una nueva lucha para sacar a relucir la verdad. Acudió a la procuraduría y exigió que los documentos reflejaran la realidad: “Aquí falta un dictamen –les dije–. Falta lo que los militares le hicieron en la cara. Y tuvieron que añadirlo”.
Lo peor del caso, dice, es que las leyes civiles y castrenses protegen a los militares: “Es grotesco. Resulta que los que sembraron el arma y los cartuchos se les juzgó como: ‘actos cometidos en la administración de justicia’. Esos que modificaron todo, resultó que tenían derecho a fianza. Esos son los más culpables porque trataron de ocultar un asesinato por la espalda con todas las agravantes de la ley”.
De cualquier forma, ninguno de los siete culpables pisó la cárcel. Nunca les pudo ver la cara.Y cuando finalmente la juez Rosa Linda Zapata dictó auto de formal prisión contra los siete soldados, por "homicidio calificado y delitos contra la administración de la justicia", el gobierno de Nuevo León anunció que serían juzgados por la justicia militar. Y la juez se declaró incompetente.
Fue algo que desanimó completamente a Otilio Cantú, ya que la experiencia demuestra que los casos del fuero militar quedan en la impunidad. Por eso piensa continuar su lucha en instancias internacionales: Si estamos en una guerra, ¿por qué aventaron al Ejército a la calle sin capacitarlo? Ellos no están educados para andar entre la sociedad. No saben distinguir. Tienen otros códigos. Mi hijo sufrió un acto de barbarie que tiene que ser castigado con la máxima pena por la ley. Asesinaron a un indefenso por la espalda con alevosía y ventaja. Y tal vez andan por allí buscando a quién más matar.
Del cajón de su escritorio saca unas fotografías de Jorge Otilio Cantú Cantú donde aparece sentado en las escaleras de su casa con sombrero norteño. Ahora forma parte de la lista de los inocentes asesinados por error de procedimiento. Su padre vuelve a llorar: “Mi hijo no debería haber ingresado a ninguna lista. Él debería estar vivo. Le truncaron su vida de una manera vil, cobarde. Una horda de sinvergüenzas lo asesinó. Y aquí no ha habido ni siquiera ‘usted perdone’”.

lunes, 23 de mayo de 2011

México: una fábrica de pobres

Es momento de valorar el desastre de la política nacional; exigir a través del voto, dice
Por el modelo económico, México es una fábrica de pobres: David Garza Lagüera
Ante la decepcionante guerra contra el narco, ¿dónde están las voces de la IP?, pregunta

Un elemento del Ejército Mexicano revisa las pertenencias de los pistoleros en el sitio de un enfrentamiento con militares, el pasado 6 de mayo, en el municipio de Escobedo, Nuevo León Foto Reuters
Sanjuana Martínez
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Domingo 22 de mayo de 2011, p. 10

    Monterrey, NL. Indignado por el resultado de una guerra perdida que ha dejado 40 mil muertos, y por la aplicación de un sistema económico que se ha convertido en una fábrica de pobres, el empresario regiomontano David Garza Lagüera se pregunta, de manera retórica, qué hacer cuando los políticos como Felipe Calderón no cumplen sus promesas de campaña:castigarlos con el voto.
Por eso está decidido a no volver a votar por Acción Nacional, y a impulsar una reforma política que incluya la relección y las candidaturas independientes.
Garza Lagüera está sentado en su oficina; usa camisa amarilla y tiene el cabello cano. En entrevista con La Jornada habla con firmeza a la hora de valorar el desastre de la política nacional: “La forma de exigirles es a través del voto, es lo único que nos queda porque hacen toda una bola de locuras, criticaban al PRI… y ahora resulta que no es ni PRI, ni PAN o PRD. Es irresponsabilidad social o egocentrismo del político que vela para sí y luego para su partido. Es una locura.”
Es hijo de Eugenio Garza Sada, fundador del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, y presidente de Medisa y Grupo Delta, que aglutina, esta última, a empresas de diversas actividades de la economía nacional. La herencia filantrópica de su padre la traduce en vocación ecológica. Ha dedicado parte de su vida a la defensa del medio ambiente y la conservación de la flora y la fauna de México.
Acaba de perder su casa y 12 mil hectáreas en Coahuila, que fueron arrasadas por el fuego, en un incendio que pudo haberse evitado si las autoridades de Conafor y de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) hubieran atendido los llamados de auxilio, y si hubieran sido capaces de coordinar la ayuda, que llegó 20 días después de que la conflagración se inició. El resultado fueron 280 mil hectáreas quemadas, un auténtico ecocidio que ahora intenta resolver, junto con otros rancheros, abasteciendo con urgencia agua y alimento para los animales salvajes de la zona.
Garza Lagüera reflexiona: Se trata del valor social, la responsabilidad ha desaparecido. El problema es de todos. ¡Vamos a actuar! Es terrible el hecho de que no haya castigo al incumplimiento de las promesas de campaña, de la responsabilidad misma.
El problema –dice– es que México se ha convertido en el país de la impunidad, donde no hay castigo para los culpables de los desastres ecológicos, de la corrupción. Me aterra el futuro, las nuevas generaciones. Si no hacemos algo como sociedad, a través del gobierno o de manera individual; de meter orden, de decir: tú dijiste, tú robaste, tienes que ir al bote. La impunidad es terrible. Si roban y los pescan, les quitan la mitad, si no, pues ya la hicieron.... ¿Pero cómo?”
Dice sentirse muy decepcionadodel gobierno de Felipe Calderón, cuya guerra contra el crimen organizado ha provocado la muerte de 40 mil personas: Es una locura. Es terrible. ¿Dónde están las voces de los privados? ¿Dónde estamos?
–Usted dice que el descontento se tiene que notar en el voto... ¿Usted va a votar?
–Claro que voy a votar.
–Supongo que no por el mismo partido, el PAN...
–No. Yo creo que debes de votar por la persona. Habiendo votado por Acción Nacional hay que reclamarles de lo que no han hecho y se comprometieron a hacer.
–¿Se imaginó ver un país como el México que está viendo ahora?
–Jamás. Siempre crees que cada vez es para mejorar. Para que exista menos pobreza. Muchas veces hablan de la diferencia de clases, porque hay muchos ricos y muchos pobres. Olvídate de los ricos, lo importante es que no existan pobres, que exista una clase media gigantesca, casi nadie en la baja; y si hay altos que sean cuatro o cinco, que no nos importen.
–El problema es que ya son 70 millones de pobres en México... Eso es lo aterrorizante. ¿Para dónde vamos?
–¿Es falta de distribución de la riqueza?
–Somos fábrica de pobres porque no establecemos las reglas debidas, porque estamos en forma muy egoísta pensando en un interés personal. Viene desde la familia, desde la falta de formación de valores. La escuela es la casa, es la vida, son los principios de ser honrado, no ser corrupto, de formar a los hijos, de exigirles premio y castigo. Se trata de cumplimiento y de superación personal.
–¿En que se equivocó Felipe Calderón?
–Tiene muchas cosas buenas, pero yo creo que uno de sus graves problemas se da en que no supo negociar, encontrar o integrar. Le faltó capacidad y habilidad de convencer que primero somos un país, una sociedad y no un partido.
–¿Que le pasó al PAN?
–La política corrompe. Qué feo decirlo, pero es cierto.
En ese momento recuerda una anécdota, verídica, sobre la Revolución: “Llegó un carrancista a Nuevo León, a los campos que cultivaban los chinos, y les dijo: “¿Qué pasó? ¿Tú eres carrancista o villista?, y el chinito le contestó: Di tu plimelo... (risas) Porque para donde voltees te dan el riatazo. Así estamos. ¡Qué barbaridad!”
Garza Lagüera es un firme convencido de la relección. Y cree que el mayor beneficio para el país en este momento prelectoral podrían ser las candidaturas independientes. Considera que ya es hora de cambiar los vicios perniciosos de la política nacional: Me repatea pensar en los plurinominales. Por amor de Dios, ¿por qué? porque es el consentido de alguien dentro del partido. ¿Y qué hacen? Nada.
El problema, según dice, es que hay un sistema de partidos políticos que ha quedado superado por las necesidades del país: El PRI para acá, el PAN para allá, el PRD para el otro lado, la demagogia, ¿Y el país? Yo estoy de acuerdo en que cada quien tenga su forma de pensar y yo la mía; pero en lo que no debe haber diferencia es que coincidamos en que debemos hacer algo por un mejor México.
Ante los malos resultados del gobierno de Felipe Calderón comenta que es necesaria la evaluación y el castigo: Me gustaría hacer una especie de red social para ver por qué no cumplió Calderón, por qué esta poniendo por encima de eso, lo otro.
Su intención y la de su familia de empresarios es “seguir construyendo bienestar, y poniendo nuestro grano de arena, pero yo creo que ahorita se necesitan toneladas de arena para que simplemente no se nos siga deteriorando nuestra sociedad, y moralmente las obligaciones que tenemos de poner un ejemplo a los demás. A la larga el bien va a triunfar sobre el mal, caray, pero se requiere de todos un make it happen (haz que suceda)”.

domingo, 15 de mayo de 2011

Desastre ecológico.. ¿negligencia o ineptitud?

Negligencia en los bosques
Devastación de flora y fauna en Coahuila, por incendios evitables
Las autoridades desatendieron las alertas emitidas antes del siniestro, afirma experta
Ahora ya llegaron los biólogos, pues saben que habrá dinero por estudiar el tema, dice

El incendio comenzó en un sitio donde no se criaba ganado Foto Gabriel Holschneider

La bióloga Diana Crider lamenta la pérdida de cientos de osos Foto Sanjuana Martínez
Sanjuana Martínez
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Domingo 15 de mayo de 2011, p. 2

   San Antonio, Tex. El escenario ecológico por los incendios ocurridos en Coahuila habla de devastación: 250 mil hectáreas dañadas en un mes. Y el análisis a cargo de la bióloga Diana Doan Crider es demoledor: Se ha perdido una gran reserva natural para Texas y México, tardaremos muchos años en recuperarla. Y todo por la falta de coordinación de las autoridades.
Diana, investigadora del Departamento de Gestión y Ciencia del Ecosistema de la Universidad de Texas A&M, lleva 25 años trabajando en la Serranía del Burro en Coahuila, un corredor ecológico de cordilleras inferiores paralelas a la Sierra Madre Oriental, que ha quedado arrasado por el fuego afectando irremediablemente la flora y la fauna silvestre de la zona, que incluye una de las mayores poblaciones de osos de Norteamérica.
El balance es desolador: Perdimos la mayoría de los oseznos de este año. Estamos hablando de cientos y cientos de osos. Era la temporada de hibernación. El fuego quemó las madrigueras y las crías estaban muy pequeñas para escapar.
Diana no puede evitar emocionarse. Dice que está de luto. Ha dedicado su vida al estudio del oso negro mexicano y es una pionera mundial en su defensa: Era la mayor fábrica de osos. Un paraíso para ellos. Ahora... ¿qué vamos a hacer?
Su computadora contiene cientos de mapas y fotografías del desastre natural. Fueron decenas de llamadas a autoridades mexicanas, tocó infinidad de puertas, gritó, suplicó, lloró. Nadie le hizo caso. Aunque al final su tenacidad logró disminuir el nivel de la catástrofe. Está sentada en su escritorio con semblante triste e intenta reconstruir las causas del incendio exterminador y las razones por las cuales no fue previsto, ni atendido debidamente por la Comisión Nacional Forestal (Conafor). Las autoridades escucharon los llamados de auxilio 15 días después de que inició el fuego.
Al otro lado de la frontera, en Monterrey, David Garza Lagüera, uno de los ganaderos más afectados –12 mil hectáreas quemadas–, no puede evitar exponer su enfado y su decepción contra el Estado por el siniestro en donde perdió incluso su casa: “El incendio tenía 15 días cuando llegaron las primeras autoridades. La gente que llegó estuvo tres horas y dijo: ‘esto ya está controlado. Ya nos vamos. Si nos necesitan, luego regresamos’. Es tan trágico lo que te cuento que los fui a llevar personalmente y cuando regresaba el incendio empezó a brincar por donde me dijeron: ‘No se apure ya está bajo control’. Yo les decía no se vayan, se van a quemar otras 50 mil hectáreas. Al final son 250 mil hectáreas arrasadas”, dice en entrevista con La Jornada.
Garza Lagüera es miembro de una de las dinastías empresariales más importantes de México, hijo de Eugenio Garza Sada, es presidente de Madisa y del grupo Delta que aglutina a empresas dedicadas a diversas áreas de la economía nacional: Diana Crider hizo más desde Estados Unidos que nuestras autoridades. Me tocó perder todo, hasta la casa; y por cosas tan absurdas como la falta de actuación.
Anuncios de alerta
México sufre actualmente 64 incendios diarios, según datos de la Conafor. En los pasados cuatro meses se han quemado 361 mil 170 hectáreas en los estados de Coahuila, Durango, Chihuahua, Quintana Roo, Oaxaca, Puebla y Guerrero. El año pasado en la Serranía del Burro cayeron 60 pulgadas de agua con el huracán Álex. Después el pasto y las arboledas secas fueron el combustible más efectivo para los incendios.
Pero Diana Crider, estudiosa de las supercélulas, una especie de inmensas tormentas en rotación, vio venir el desastre cuando cayó el primer relámpago en la Sierra del Burro, que es un lugar especial generador de supercélulas y de corrientes de aire capaces de crear tornados y tormentas de granizo por arte de magia.
Era 26 de marzo y acudió al rancho de Garza Lagüera para estudiar una enfermedad que estaba atacando a los encinos, la acompañó un experto de árboles, otro en incendios y su colaborador Alejandro Lozano, de la Universidad Agraria Antonio Narro: “Ya estaban dando los anuncios de la alerta de posibles incendios. Todo mundo estaba nervioso. Usan modelos o protocolos para predecir el nivel de combustible y el clima. Y puede decirles ‘tengan cuidado, porque esto es una caja de cerillos”’.
Incluso recuerda que la NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration), interesada siempre en las corrientes de aire y cambios climatológicos generados en la Serranía del Burro que viajan hasta Texas, le llamó para constatar si la supercélula era realmente un banco de nubes. No, les contesté, es una quemazón. Y añade: Yo ya estaba golpeando las puertas en México para alertar.
El incendio empezó en un lugar donde no había ganado: Todos sabían lo que se aproximaba. El problema fue que al momento de avisar al mundo que se está cayendo el cielo nadie te hace caso. Ellos (autoridades mexicanas) pensaban que exagerábamos. Los únicos que nos dieron mucha atención fue el gobierno de Coahuila, pero cuando pudimos llegar al punto para pedir auxilio aéreo, un punto inaccesible cuya única manera de llegar era combatirlo con apoyo aéreo; ya estaba fuera de control.
El incendio avanzaba. Llevaba 20 días sin ser combatido. Finalmente accedieron a contratar un avión 747 de Estados Unidos capaz de dejar una línea de 3 kilómetros de retardante, un polvo hecho de almidón y fertilizante utilizado para apagar incendios: “Hubo mucha confusión entre el idioma y agencias. Mucha burocracia para empezar a actuar. Cada cosa que hacíamos era equivocada y tenía que hacerse de otra manera y no había comunicación. Me sorprendió ver que no tenían un protocolo. Nos quedamos tan frustrados. Empezamos a hacer los gritaderos: Se nos está quemando la casa, alguien haga algo por favor. Al final, el gobierno federal declaró estado de emergencia hasta el 9 de abril. Ya para entonces era demasiado tarde”.
La confusión y el caos se apoderaron del entorno: Había mucha gente volando en el área. Y pensábamos, por favor, bajen y agarren una pala. Necesitamos solidaridad, pero 20 días después, de nada sirvió. Les falló el sistema. Ni siquiera tenían las mismas frecuencias de radio: la policía, la Conafor, los militares... entonces ¿cómo iban a solucionar el incendio?... Quiero que entiendan el dolor. El Estado abandonó a los ganaderos y a los habitantes del lugar durante los incendios, nadie los escuchó. Gritaron que se estaban quemando sus ranchos, sus vidas y un tesoro natural de México. No había otro lugar con fauna y flora tan rica y tan cuidada.
Tesoro perdido
David Garza Lagüera convirtió su rancho de 14 mil hectáreas en un parque nacional. Lleva 35 años cuidando la zona con esmero, dedicación y una auténtica vocación ecológica. Él y una veintena más de ganaderos contrataron hace años a Diana Crider y su equipo para lograr la conservación del lugar.
Se siente muy afligido: Es una barbaridad. Estoy triste al ver la falta de responsabilidad de las autoridades por no atender los problemas cuando se presentan y posteriormente quieren reparar lo sucedido. Son ciclos de la naturaleza. La naturaleza tiene cientos y miles de años y nuestro tiempo es muy breve. Tenemos que hacer lo que nos corresponde en eso: cuidar, proteger, promover; teniendo agua para la fauna y la flora y disfrutándolo como un parque nacional y dejarlo para las nuevas generaciones.
Explica que los pinos grandes tenían más de 150 años, por eso se negó a retirarlos de alrededor de la casa para protegerla del fuego: Se me quemó un bulldozer al ayudar a los vecinos. Otra maquina la mandé traer desde Chihuahua. Hubiera raspado alrededor de la casa y ya, tumbando toda la arboleda que tenía, pero me dije: ¿cómo lo voy a hacer?... Se quemó todo. Lo que quedó de las 14 mil hectáreas es prácticamente nada.
Vivió en el lugar la angustia de ver avanzar las llamas sin que llegara la ayuda. Veinte días después la Conafor por fin tocó a su puerta: Las gentes llegaron exigiendo comer porque eran las once de la mañana y no habían desayunado. ¡Pónganse a apagar la lumbre, no a comer!... Yo no estaba y la señora les preparó algo. Estaban comiendo cuando empezó a llegar la lumbre. Y ya no la pudieron apagar. Se vino muy cerca. Y no la detuvieron en las barreras que habíamos puesto, porque andaban en el atarugue. Sin prioridades.
Los aviones y helicópteros acudieron a atender zonas de gente relacionada con el gobierno: Andaban ayudando a los compadres y amigos. Las pocas gentes del Estado que vinieron atendieron a quienes les convenía atender: al compadre, al amigo; en lugar de pensar que su obligación era proteger la naturaleza. Son chorros de ranchos afectados, si te digo 20 son pocos, hubo gente que perdió todo. Hay mucha irresponsabilidad. Todo es después. No es mi problema, sino del otro.
Dice que el siniestro no le sirve ahora más que para reflexionar y aprender para que no vuelva a suceder: “Si me hubieran dicho ‘no te voy a ayudar’, yo hubiera actuado desde el primer día. Yo les decía: ‘es que se tiene que declarar una emergencia nacional’. Si no no se puede actuar, por amor de Dios, hay que prever en lugar de remediar. Y nunca se dio. Estuvieron mandando unos aviones. Nuevamente 15 horas tarde. Es como el paciente en cuidados intensivos: no te puedo dar oxígeno porque estoy ocupado, pero luego te doy para tu sepelio. ¡Por favor!
–¿Piensa hacer algo contra las autoridades?
–No, a qué conduce. ¿A exhibirlos? Están más que exhibidos por sí mismos. Es pura irresponsabilidad social, egocentrismo. Hay que crear conciencia como ciudadanos de la responsabilidad que tienen y si no la cumplen, hay que exigirles a través del voto”.
La zona está en crisis. Murieron miles de animales y los que sobrevivieron no tienen alimento:Ahorita estamos llevando alimento, pasto para ellos. Ya repusimos 11 kilómetros de tubería para rehacer todos los sistemas de agua para la fauna silvestre. El desastre es muy grande, dice.
Diana Crider maneja la situación con especialistas desde Texas y viajando a los ranchos de Coahuila:Los animales, con las patitas quemadas, andan buscando agua. Necesitan tomar cada ocho horas. Es la urgencia. No tienen qué comer. Los zopilotes se llevaron todo. Ya no queda nada.
Será un verano duro para todos y monitorea el escenario: Te queda la sensación de que fue algo que se pudo evitar. Está la cosa muy caliente, emocional. Los ganaderos se sienten muy engañados por su propio gobierno porque no les hicieron caso. Y nosotros no tenemos la menor idea del impacto real de lo sucedido. Iré en junio. Ahorita no puedo volver porque estoy de luto. Me muero de tristeza.
El Estado ha reaccionado tarde. Ante el desastre ahora piensa en la restauración y ha convocado a grupos y universidades para los estudios, sin tomar en cuenta a ganaderos y rancheros de la zona que ya se movilizaron por su cuenta para contratar sus propios especialistas. Diana Crider se emociona y repite:Flores en vida, en vida, hermano. Ahora están llegando todos los biólogos con sus plumas. No llegaron con palas, ahora sólo quieren hacer sus estudios porque saben que allí va a haber mucho dinero para estudiar el tema. Es como si se muriera tu papá y llegaran para hacerle la autopsia y no antes, para salvarlo. ¿Eso de qué sirve?"

martes, 10 de mayo de 2011

Migrantes, negocio para los cárteles de la droga...

Secuestro de migrantes, negocio boyante; en 15 días la policía liberó a 135 en Reynosa
El cártel del Golfo, junto con sus nuevos socios, es dueño de todo en Matamoros
Pocos deportados acuden a la Casa del Migrante Foto Sanjuana Martínez
Sanjuana Martínez
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Domingo 8 de mayo de 2011, p. 12
      Matamoros, Tamps. En el reino del cárteldel Golfo todo pasa por sus manos: piratería, alcohol, negocios, policías, militares, gobierno municipal, aduanas, prostitución, pornografía, migrantes, venta clandestina de gasolina y, por supuesto, trasiego de droga a Estados Unidos, en una de las plazas más importantes del país.
La maña, como se conoce aquí alcártel fundado por Juan Nepomuceno Guerra y dirigido después por Osiel Cárdenas Guillén, encarcelado en Florida, y controlado ahora por Jorge Eduardo Costilla Sánchez, El Coss, no sólo es un sistema económico que controla la entidad, sino una forma de vida, una expresión del tejido social.
Usar sombrero texano forma parte de su identidad, llevar el cabello muy corto, conducir camionetas último modelo, tener residencias ostentosas, limusinas Hummer, vestirse con ropa de marca y estar rodeado de mujeres guapas es la parafernalia del narco en su máxima expresión, realidad cotidiana para los tamaulipecos.
Los convoys de camionetas delcártel controlan esta ciudad y los ejidos de Canasta, Longoreño, El Refugio, La Bartolina, Huizachal y Playa Bagdad, custodiada por militares. Su última alianza se llama cárteles Unidos, conLa Familia Michoacana y el cártel de Sinaloa. Su poder, por encima del Estado, es absoluto y su forma de comunicación son las narcomantas. Hace unos días pidieron por esa vía a Felipe Calderón unir fuerzas para erradicar a Los Zetaspor el bienestar y futuro de las familias de México.
“Son los dueños de todo. Cobranpiso a los negocios. Se apoderan de ranchos, empresas, casas, vehículos. Ellos mandan. Tienen comprados a los policías municipales, estatales y federales. Cuentan con cuerpos propios de policías, usan uniformes y patrullas clonadas, ponen retenes donde quieren. Extorsionan, matan y secuestran. Es la forma de vida aquí. Este es su feudo y no hay Estado”, dice un hombre relacionado con la seguridad, quien ha vivido en la ciudad en la última década y prefiere mantener el anonimato.
El cártel del Golfo tiene presencia en más de 15 entidades y en Estados Unidos, según la Procuraduría General de la República (PGR). La FBI considera sumamente peligroso alCoss y ofrece una recompensa de 5 millones de dólares, y la PGR 30 millones de pesos por información que ayude a su captura.
Los Zetas y el cártel del Golfo se odian a muerte. Ambos se han inventado sobrenombres. La guerra entre los de la última letra (Zetas), que controlan, entre otros puntos, la llamada frontera chica (Ciudad Mier, Miguel Alemán y Camargo), y las golfas, que dominan la mayor parte de los 43 municipios de Tamaulipas, ha generado un reguero de sangre de civiles y, particularmente, migrantes mexicanos y centroamericanos.
El secuestro de migrantes se ha convertido en un boyante negocio para ambos cárteles. Luego del descubrimiento de las narcofosas en San Fernando, la Policía Federal liberó en los últimos 15 días a 135 migrantes secuestrados en Reynosa, la mitad centroamericanos, que estaban cautivos en casas de seguridad, en espera de que sus familiares enviaran el dinero del rescate exigido por sus captores.
Vuelta a casa
Esta es una ciudad de paso a Estados Unidos y de retorno. Los migrantes deportados son igualmente blanco de secuestros, extorsiones y asesinatos. Son las ocho de la noche y han empezado a llegar decenas de expulsados por Estados Unidos. Diariamente el Grupo Beta, del Instituto Nacional de Migración, deja por las noches, en la central de autobuses, alrededor de 300 migrantes, la mayoría hombres.
Al mes son deportados entre 6 mil y 9 mil migrantes. Anteriormente muchos de ellos se quedaban a vivir en Matamoros para tener la oportunidad de volver a pasar al otro lado del río Bravo, pero desde la guerra entre Los Zetas y el cártel del Golfo, por la plaza, saben que se han convertido en botín, en carne de cañón. La mayoría decide regresar inmediatamente a su lugar de origen.
Entran descalzos, con los tenis en la mano y una bolsa de plástico que contiene sus escasas pertenencias. Llegan expulsados a un país que también los expulsó por el hambre y la falta de oportunidades. Todos han estado presos unos meses en distintas cárceles de Estados Unidos. Su delito: ser indocumentados.
Entran con la mirada perdida y un sentimiento de desarraigo difícil de ocultar. Este país ya no es el suyo. Tampoco el otro. El desexilio es más difícil que el destierro. Dejaron familia, trabajo y una vida hecha. México es el pasado, un pasado que les duele y resulta entrañable, pero que se niegan a ver como presente. Quieren volver. Se sienten maltratados, agredidos, sometidos a normas inhumanas por el sistema migratorio estadunidense.
Es una injusticia, afirma, aún desorientado, Miguel Colín Esquivel, de 39 años, originario de Michoacán. Se siente desmoralizado, el país se le echa encima. Le brillan los ojos. Se le corta la voz. Señala que llevaba 20 años viviendo allá, que lo detuvieron en Las Vegas, que se fue cuando tenía 17 años, que se casó y tiene tres hijos y un nieto, que se divorció y estaba a punto de casarse nuevamente –el tres de junio– y tenía todos los preparativos para la boda y la fiesta.
Llora en silencio: Mi ex mujer me denunció por violencia familiar. Es mentira. La denuncia tenía más de dos años. He vivido la mitad de mi vida allá. Es dura la situación, pero ni modo. Aquí estamos. Es nuestro país, y qué le vamos a hacer. Con todo el dolor de mi corazón he vuelto, comenta sin poder disimular el brillo en sus pupilas por la emoción.
No puede evitarlo. Se limpia las lágrimas con el puño. Se siente desconcertado: Mi familia, mis hijos, mi nieto. Mi vida está allá. De nada vale. Son muchos sueños caídos. Me truncaron mi vida emocional, moral y económica. Intenta reponerse. Afortunadamente tiene una tarjeta de crédito y dice que comprará un boleto de autobús para ir a Monterrey, donde viven sus hermanos. Está decidido a pasar otra vez a Estados Unidos pagándole a un polleroVoy a volver. Tengo una panadería y crianza, compra y venta de caballos. Contribuí a la economía de Estados Unidos, y así me pagan. Las leyes, allá, son muy injustas. La policía arresta a cualquiera en la calle. Ahora te mandan a la cárcel.
Repite que las autoridades migratorias de Estados Unidos violaron sus derechos: “Tenía derecho a fianza, abogado y juez. Me agarraron y me pidieron que firmara, sin leer, un documento. Querían que renunciara a mis derechos, que firmara mi deportación. Les dije: ‘tengo derecho a un abogado. Estoy arreglando mi situación por la ley 245-I, que se tarda de ocho a 13 años’. Y no firmé. Me quedé callado, porque allá todo lo que digas puede ser usado en tu contra. Luego me dejaron tres meses en la cárcel, y aquí estoy, en mi país, pero mi vida está allá”, comenta sin poder contener nuevamente el llanto.
La fila para la compra de boletos empieza a crecer. Nadie se consuela. Jaime Rodríguez, de Morelia, coloca las agujetas a sus tenis para calzarse.Los derechos siempre los violan, dice de entrada. Nos pisotean, nos tratan como viles delincuentes. Me pusieron con los peores presos. Me sacaron esposado de pies y manos. La comida que dan es una miseria. Todos los días lo mismo.
Asegura que durante cuatro años vivió en Tampa, Florida, y nunca tuvo problemas, pero un día chocó y eso fue suficiente para que lo deportaran. En ese momento le entra una llamada al celular. Es su novia, Olga, preocupada por él. Ya estoy en Matamoros. Los gringos me robaron la troca, le dice, atropellando las palabras, para platicarle los últimos acontecimientos. Tiene el cabello rubio y los ojos verdes. No quiere quedarse en esta ciudad insegura, escenario de los peores delitos contra migrantes.
Quiere comprar un boleto a Morelia, que le cuesta 750 pesos y sale a las 10:30 de la noche. Allá lo espera su madre. “Unos amigos meacabalaron para el boleto. Pero me quiero regresar, no crean que me voy a quedar en México. Me dieron 10 años de castigo. No me importa”, dice sonriendo al colgar la llamada.
Adrián Cruz tiene 32 años. Sonríe tímidamente y deja entrever sus dientes carcomidos por las caries. Tiene una mirada extraviada. Habla de manera mecánica: es originario de la ciudad de México y desde hace seis años vivía en Utah. Se dedicaba a instalar cable de televisión. Le pagaban seis dólares la hora. Dejé dos niños, de seis y cuatro años. Estoy casado con una estadunidense. Pienso regresar en unos años; bueno, cuando cumpla los 10 años de castigo. ¿La cárcel? Es malísima. Dan poca comida; la mera verdad, se muere uno de hambre. Estuve un mes allí y no quiero volver a pasar por eso. Me di cuenta de que quiero quedarme en México, pero no en Matamoros. Aquí te matan.
De paso
Son muchas las historias y casi todas se parecen. A Gerardo Hernández, de 28 años, lo castigaron de por vida. No le importa. Pasará otra vez. Nada lo detendrá. Por lo pronto quiere volver a Veracruz. Nos dieron un cheque del Estado para cambiarlo al llegar, pero Elektra nos quitó 25 por ciento. Se quedaron con 30 o 40 dólares. Nos robaron, expresa. Vivía desde hace siete años en Salt Lake City. Estuvo preso dos meses: Me detuvieron porque me metí a una casa. ¿Para robar? No, quería matar a mi novia. La hija de la chingada ya me traía caliente. Nos habíamos dejado y seguía chingando. Sabía que vivía con otra. Rompí la puerta, me metí y estaba con un bato. Traía la pistola. Se la iba a vaciar, pero se metió su hijo. Cuando me junté con ella recogí a su niño chiquitito y se me metió en medio para que no la matara. Y no la maté, pero vino la policía por mí. Estaba enojado. Ni modo. ¿Arrepentirme? No. Lo hecho, hecho está.
Dice que tiene cuatro hijos con tres mujeres. Tienen 10, cinco y dos de cuatro años; uno está en Veracruz.Voy a estar hasta el 10 de mayo, Día de las Madres, para festejar a mi jefa, y luego me regreso. Comenta que “elbusiness” le permitía vivir muy bien. Una libra de coca le costaba 16 mil dólares, pero vendía la onza a 2 mil 800, obteniendo una ganancia neta de 28 mil 800 dólares. “Allá, entrarle albusiness es fácil y no te matan como aquí. En Veracruz está cabrón con Los Zetas. Ahorita está muy feo, andan volando cabezas. Mejor vuelvo.”
Son pocos los deportados que deciden ir a la Casa del Migrante, dirigida por el sacerdote Francisco Gallardo López. El miedo ha provocado una baja considerable de huéspedes. María Teresa Delgadillo los atiende: “Todos quieren volver. Juntan dinero para pagar al pollero. A los que se quedan en México, el religioso los ayuda con el pasaje. Las mujeres hablan a sus familiares y consiguen dinero luego luego para volver. Una, de mujer, nunca se olvida de nadie, ni de los hijos, ni de los hermanos, ni de los padres. Ellos batallan porque se olvidan de sus hijos, de sus esposas, de todos. Se agarran una gringa y ya. Luego pasan 20 años y no tienen ni a quién llamar”.