sábado, 29 de enero de 2011

Zonas rurales del Norte de México bajo control del narco

Nuevo León, un campo de batalla
General Terán como si hubiera toque de queda. Foto: Sanjuana Martínez

Sanjuana Martínez
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Sábado 29 de enero de 2011, p. 40
     General Terán, NL, 28 de enero. Como todos los días, José se levantó a las cinco de la mañana para irse a la pisca de naranja. Se tomó un café. Besó a su esposa y a sus cuatro hijos que aún dormían. Estaba oscuro. Apenas caminó unos metros le sorprendió ver bultos tirados a la orilla de la carretera. Se acercó al lugar y quedó horrorizado: eran piernas, brazos y dorsos humanos esparcidos. Volteó desconcertado intentando pedir ayuda, pero vio una cabeza sobre un coche que tenía un un letrero: Esto les va a pasar a todos los que se metan. Corrió instintivamente de vuelta a su casa. Entró vomitando. Apenas pudo tomó el teléfono y habló a la policía.
Nadie le contestó. Este municipio se quedó sin policía. Los 30 elementos que componían la corporación renunciaron. La comandancia había sido atacada con granadas y cientos de balas de cuerno de chivo en tres ocasiones. El lunes 24 de enero, dos policías fueron convencidos para regresar a trabajar. Bernardino Rodríguez Franco, de 47 años de edad, y David Serna Navarro, de 30, estaban en la oficina realizando labores administrativas cuando un grupo de hombres encapuchados llegó y los secuestró. Dos días después, sus cuerpos destazados, junto a otro hombre aún no identificado, fueron tirados en el kilómetro 12 a la entrada de este pueblo, casi frente a la casa de José.
Fue horrible. Nunca habíamos visto una cosa así. No quieren que haya policías. Se quieren adueñar del pueblo a como dé lugar, dice su esposa, que vende naranjas y mandarinas a la orilla de la carretera donde aún están la cintas amarillas de Prohibido el pasocolocadas por los soldados para acordonar la zona.
Los enfrentamientos entre Los Zetasy el cártel del Golfo por el control de la plaza han dejado un reguero de sangre en la próspera región citrícola de Nuevo León, compuesta por este municipio, Allende, Hualahuises, Linares, Montemorelos y Rayones.
El 17 de enero, cinco cuerpos mutilados y decapitados fueron tirados en las calles del municipio de Montemorelos, ubicado a 80 kilómetros al sur de Monterrey.
El cártel del Golfo ha dejado mensajes amenazantes advirtiendo que está haciendo una limpia de integrantes del grupo cuyo nombre es la última letra del abecedario. Durante los primeros 27 días de este año, un total de 18 policías han sido asesinados en Nuevo León.
En la mira
La comandancia de General Terán luce desierta, con las huellas de los granadazos y las paredes perforadas por las balas. Los vidrios están rotos y las puertas abiertas. Apenas hay mobiliario. Los cortinas color guinda de una oficina contigua tienen los agujeros de los tiros. No hay gente.
En el palacio municipal atacado con una granada hace unos días, el alcalde, Ramón Villagómez Guerrero, no está; tampoco su secretario particular. Han resanado las paredes del edificio para borrar las huellas de la violencia. Son las dos de la tarde y el personal administrativo ha salido a comer avisando que no volverá. Las clases de enseñanza básica, media y superior están suspendidas.
“Nosotros le decimos a la gente: ‘tomen sus precauciones.’ Hay una sicosis tremenda. En realidad sólo se le disparó a la presidencia y aventaron una granada, sin heridos, pero el pueblito está asustado. Eso sí, hay pánico en las escuelas. Hoy no hubo clases. Cada quien toma su decisión. Y recogen a sus criaturas. Es normal. Si es el cártel del Golfo u otro, no estoy enterada, ni tampoco sé quiénes o qué”, dice María Dolores Cavazos García, oficial mayor del ayuntamiento.
Las dos plazas lucen vacías, apenas una o dos personas caminan por ahí. No hay toque de queda, insisten las autoridades, pero la gente se retira desde temprano a sus casas. Lo que hay es mucho miedo, dice José Luis Salazar, dependiente de una tienda de chicharrones ubicada frente a la plaza principal.
“Anoche nos asaltaron en la gasolinera donde trabajo. Llegaron cuatro camionetas con 12 o 15 peladoscon metralleta, todos encapuchados. Me pidieron el dinero de la caja. De las 9 de la noche a las 4 de la mañana hago 100 pesos. No hay gente que cargue a esas horas. Antes de irse, uno me dijo: ‘Somos del CdeG (cártel del Golfo), venimos a limpiar General Terán’. Quién sabe si serían. Lo que sí, es que fueron muy educados, ni una mala palabra, ni nada”.
Los robos han aumentado. Dos carnicerías ya fueron saqueadas. Depósitos de cerveza y cantinas están cerrados. El cobro de piso o extorsión ha perjudicado seriamente al comercio en general: “Aquí estaba lleno de zetas” ,dice don Rafael, de 78 años, habitante del lugar.
Está sentado en las escaleras del quiosco de la plaza, al lado de su bicicleta; tiene las manos muy arrugadas y llenas de callos. Usa sombrero norteño, tiene barba de varios días sin afeitar y le faltan algunos dientes. Durante toda su vida se ha dedicado a piscar naranja. Cuenta que desde que inició el año ya no se reúne con sus ocho amigos jubilados, por miedo a “las matazones. Todavía quedan algunos zetas, nomás que ahorita están escondidos porque ya vinieron los del CdeG. ¿Por qué cree que todos los policías corrieron? Renunciaron porque estaban con Los Zetas, andaban metidos en la misma banda. El alcalde desde que se sentó ya no se paró. No asiste. Nunca está en la presidencia. Tiene miedo porque se lo quieren chingar. Lo traen en lista los otros. Aquí no hay ley, no hay policía, aquí lo único que hay es pura matazón. Y puros cabrones robando.
“¿Ya fue a ver a los descuartizados? Les mocharon la cabeza, los hicieron pedazos. Tuvieron que echarlos en bolsas. Dos eran policías. Andaban metidos con Los Zetas. Todos estaban metidos. Andaban metidos en lo mero grueso. El sueldo es poco, pero Los Zetas les pagaban bien. Nomás que ahora ya llegaron los otros y traen lista.”
Don Rafael tiene 18 años de ser juez de barrio. Tuvo tres esposas y 16 hijos. La primera nomás lo dejó, la segunda se fue con otro y la tercera se murió. Dice que la última vez que vio al alcalde fue hace meses caminando por la calle y le recomendó que usara pistola: “Le dije que necesitaba traer una buena pistola,pa’que le disparara al cabrón que lo embistiera. ¿Y sabe qué me dijo? Que ellos no podían traer arma. ¡Pos qué chingaos! ¿Por qué no? Los otros traen ametralladoras. El alcalde es el que manda, ¿no? Entons, ¿quién chingaos manda aquí? Estamos mal. Nomás pasan las camionetonas con ellos. Nos va a llevar la chingada a todos.”
Castigo ejemplar
Las zonas rurales se han convertido en campo de batalla entre el cártel del Golfo y Los Zetas, especialmente la llamada frontera chica entre Tamaulipas y Nuevo León. Los municipios cerca de la franja de Reynosa a Nuevo Laredo han experimentado mayor incremento de violencia.
Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), 15 municipios del norte y nororiente de Nuevo León han perdido hasta 44 por ciento de su población. El éxodo se está dando particularmente en Anáhuac, Agualeguas, Los Aldamas, Cerralvo, China, Doctor Coss, General Bravo, General Treviño, Los Herreras, Los Ramones, Melchor Ocampo, Parás, Vallecillo, Villaldama y General Terán.
Este municipio está ubicado en medio de las batallas. Al norte colinda con Los Ramones y al este con China, ambos azotados duramente por la violencia. Al sur tiene frontera con Tamaulipas y limita con Linares y Montemorelos, dos localidades donde el crimen organizado ha desatado una auténtica cacería con secuestros y robos incluidos.
El 21 de diciembre del año pasado fueron lanzadas tres granadas a la comandancia de General Terán. Una patrulla y una ambulancia se quemaron. Un total de 15 policías decidieron entonces dimitir. El pasado 8 de enero rafaguearon con ametralladora el edificio. Cinco elementos resultaron heridos. A partir de ese momento los policías ya no se presentaron a laborar; sólo 10 continuaron con su trabajo, pero bajo la condición de patrullar en sus vehículos y vestidos de civil.
Sin embargo, después de los tres cuerpos descuartizados que fueron arrojados a la cuneta, hasta el mismo director de la corporación, Rolando de Ochoa Menchaca, dimitió. Tampoco hay agentes de tránsito ni autoridad que ofrezca una valoración al respecto: No estoy autorizada para dar información. En cuestión de policías no le sabría decir nada, dice María Dolores Cavazos García, oficial mayor del ayuntamiento.
Los ataques contra las corporaciones policiales se han dado en diferentes municipios de Nuevo León, con saldo de 18 agentes asesinados en enero en Monterrey, Apodaca, San Nicolás, Guadalupe, Santiago, Cadereyta y Linares. Lo anterior es producto de las disputas por el territorio entre cártelesrivales, asegura Jorge Domene Zambrano, vocero de seguridad en la entidad, al considerar que a pesar de esta ola de asesinatos se cuenta con el apoyo del Ejército: Esto está cada vez más claro, es algo dirigido entre ellos, y de la autoridad contra ellos y viceversa, asegura.


lunes, 24 de enero de 2011

Crímenes, tácticas que utiliza la Semar


Las organizaciones denuncian las acusaciones falsas contra civiles en que incurren marinos
Torturas y crímenes, tácticas que utiliza ahora la Semar: ONG
El caso de Daniel Rodríguez, uno de los que han documentado grupos de derechos humanos
La dependencia sólo niega todo; se le ha dado excesivo poder, señalan los activistas

Daniel Rodríguez Morales, torturado por marinos, uno de los casos documentados por las ONG Foto La Jornada

Sanjuana Martínez
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada

     La Secretaría de Marina (Semar) ha demostrado utilizar como sistema el recurso de la negación, ante las denuncias por violación a derechos humanos contra su personal. Los casos de torturas, asesinatos, allanamiento de morada, privación ilegal de la libertad o fabricación de delitos se acumulan.
La Semar negó en una carta enviada a La Jornada, el pasado 17 de enero, que haya tenido desaparecido a Daniel Rodríguez Morales y que lo haya torturado, como denunció el joven. La misiva fue enviada luego de la publicación de un reportaje sobre eloperativo que realizó en la calle Uranio, colonia San Pedro 400, en San Pedro Garza García, Nuevo León, donde violó garantías individuales, según el testimonio de los vecinos (domingo 16 de enero).
Daniel y media docena de testigos afirman que el operativo fue el 15 de octubre pasado, mientras la Marina sostiene que fue el 16 y que el detenido fue puesto a disposición de la autoridad el día 17 sin que se violaran sus derechos humanos. Sin embargo, el 17 fue domingo y coincide con la versión de Daniel de que fueron llevados hasta el lunes 18. El joven estuvo desaparecido tres días (viernes, sábado y domingo) durante los cuales fue torturado, según el testimonio de Blanca Eva Morales, madre del detenido.
Es un caso que ofrece todo lo necesario para denunciar la tortura de marinos y llevarlo a instancias internacionales. Es una muestra evidente de que la tortura, una práctica aberrante, es sistemáticamente utilizada como medio de confesión en Nuevo León, dice Consuelo Morales Elizondo, directora de Ciudadanos en Apoyo a Derechos Humanos, AC (CADHAC).
Al ingresar al penal de Apodaca, Nuevo León, donde Daniel está preso por un delito que dice le fabricó la Semar, esta reportera pudo ver las fotografías que prueban la tortura que sufrió a manos de marinos. (Viernes 21 de enero). Otros nueve detenidos también defienden su inocencia.
Chivos expiatorios
La Marina emitió un comunicado fechado el 17 de octubre del año pasado, señalando a Daniel como parte de una célula de Los Zetas junto a nueve supuestos cómplices a los que ni siquiera conocía y con los que ahora convive en la cárcel: Fernando Flores López, Ranulfo Rangel Quintero, Mario Eduardo Castillo Grimaldo, Erick Alberto Yepes Ramírez, Carlos Alejandro Rangel Martínez, Orlando Nájera Mendoza, Rigoberto Elías García, Carlos Alberto Ovalle Hipólito y José Lorenzo Rangel Aguillan: “Ellos también son inocentes. La Marina detuvo el mismo 15 de octubre a tres lavacoches en Soriana, a otros tres los sacó de un taller mecánico y dos eran traileros (privados de su libertad el día 14 en la noche); uno trabaja en Vitro y es de Tepic y el otro labora en una empresa de Querétaro. Uno más es menor de edad y está preso en el tutelar. Todo es un montaje. Ellos me gritaban mientras me torturaban: ‘A nosotros nadie nos manda, ni siquiera el Presidente. Hacemos lo que queremos’. Me dijeron que nos detuvieron con base en una denuncia anónima. Un supuesto señor con pantalón de mezclilla que ahora no aparece”, comenta Daniel.

Para Consuelo Morales los detenidos, al igual que muchos otros, son inocentes: Nos parece muy grave que la Marina, una institución que antes gozaba de credibilidad, esté actuando fuera de la ley. Este caso evidencia que hay muchos más en el país en las mismas circunstancias. No hay quien controle el actuar de la Armada de México y ahora las cárceles están llenas de inocentes y chivos expiatorios, dice la activista al señalar que la asociación que dirige abre sus puertas a la familia Rodríguez Morales. Francisco Morales, tío de Daniel, se acercó en un principio y después decidió no recibir el apoyo de CADHAC. Yo invito a los familiares a no dejar esto en la impunidad. Cuando son liberados algunos ya no quieren saber nada por miedo, pero esto sólo genera más impunidad.
En lo que va del sexenio de Felipe Calderón, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos ha recibido más de 174 quejas contra la Semar, pero sólo ha hecho seis recomendaciones que la Marina no ha aceptado. Un total de 21 quejas son por detención arbitraria, 17 por trato cruel, 16 por retención ilegal, dos por privación de la vida y una por tortura.
En el caso de las dos muertes de Morelos, Andrea Martínez, viuda de Ignacio Aguilar, denunció que estaba siendo presionada y chantajeada por la Semar, que le ofreció dinero a cambio de que retirara su queja ante la CNDH, versión que la Marina rechaza, al igual que negó las denuncias de tortura y detención ilegal por parte de Daniel Rodríguez Morales.
La Marina miente. Niega conocer las violaciones a derechos humanos. Esta forma de proceder es porque se le ha dado un poder excesivo que cada vez tendrá mayores repercusiones negativas para la vida civil. Una vez que se ha desatado su participación en acciones ilegales, no le importa mucho escalar más la acción ilegal porque cuentan con el respaldo del Ejecutivo, que es donde se ampara de los abusos que está cometiendo. Son incapaces de reconocer esos abusos, dice José Martínez, vocero de la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Morelos.
Esta organización ha recibido decenas de casos de gente encarcelada sin fundamento jurídico: Hay muchos inocentes en la cárcel. El número de acusados falsamente es muy elevado, aunado al hecho de que cada vez más estas instituciones, como el Ejército y la Marina, no actúan en función de investigaciones, sino de supuestas denuncias anónimas.

viernes, 21 de enero de 2011

La Marina también tortura


"A fuerza querían que dijera que era zeta
Daniel Rodríguez Morales narra que tres días fue torturado por marinos me fabricaron pruebas


Sanjuana Martínez
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Viernes 21 de enero de 2011, p. 44

     Monterrey, NL. Nosotros te vamos a arreglar la columna, cabrón, le gritaron a Daniel Rodríguez Morales, cuyas piernas no le respondían y era cargado por dos marinos al entrar a lo que parecía un gimnasio. Lo colgaron de las manos. Desnudo, con los ojos vendados. El golpe inicial de una tabla de madera en las nalgas lo hizo estremecerse de dolor. Luego siguieron las quemaduras en todo el cuerpo, las patadas en la columna vertebral, los puñetazos en las costillas... Aguantó el tormento físico en silencio para no darle gusto a sus verdugos que le exigían que gritara. Apretó las quijadas y los dientes hasta que lo intentaron ahogar con una bolsa de plástico. En ese momento emitió un grito desgarrador. Un golpe seco en la nariz y en la frente lo llevó a la oscuridad reparadora de un desmayo momentáneo. Al despertar, los torturadores lo esperaban para continuar con su tarea, la cual duró tres días.
“Di que la Marina te rescató –le exigían sus captores. Di que eres zeta,que vendes droga, que eres del crimen organizado”. Daniel se rehusaba. No podía aceptar someterse a una mentira: “Pensaba que me iban a matar. Éramos varios. Sólo oía los gritos y el llanto de otros. Me decían: ‘ya se nos murió uno. ¿Quieres ser el próximo? Coopera’. Cuando me iba a derrumbar tomaba fuerza pensando en mis dos hijos, en mi mamá, en mis hermanos. Quería despertar. Quería que se acabara aquella pesadilla.”
Integrantes de la Armada de México lo detuvieron el 15 de octubre por la mañana en la calle Uranio, colonia San Pedro 400. Ocho marinos entraron a su casa sin orden de cateo y se lo llevaron sin orden de detención: “Nunca dijeron a quién buscaban, sólo me agarraron de la camiseta y me la pusieron en la cabeza, me estiraron del escapulario de San Judas Tadeo que traía en el cuello y me abrieron la cabeza de un cachazo. Desperté cuando me bajaron entre dos. Me torturaron durante tres días. No me dieron de beber ni de comer; no me permitían dormir. A fuerza querían que dijera que era narco”.
Daniel habla mientras camina con mucha dificultad. Usa bastón. La mañana es luminosa. El sol brilla en el patio del penal de Apodaca, Nuevo León. Su madre, Blanca Eva Morales, le ha traído carne con mole y arroz para almorzar. Su hermano Víctor está sentado en la mesa esperándolo. Han pasado tres meses de la tortura y las secuelas se traducen en intensos dolores que mitiga con las medicinas que su familia le trae cada semana: “Estoy desesperado, deprimido, hundido. No hice nada y aquí estoy por un montaje de la Marina. Me fabricaron delitos. Me sembraron pruebas. Alteraron todo. Dicen que me detuvieron en otra parte. Me convirtieron en zeta. Sacaron un comunicado y mi nombre está en Internet. Soy inocente. ¿Qué va a pasar cuando salga de aquí? ¿Cómo voy a recuperar mi buena reputación? ¿Cómo voy a conseguir trabajo? Me han destruido”.
La entrada de periodistas al penal para ver a Daniel no está permitida. Su caso, como el de otros nueve presos, es considerado como un asunto delicado. Esta reportera entró a través de los controles de visita familiar, con una cita previamente acordada con el interno: Mi mamá intentó que otros medios denunciaran lo que me pasó, pero nadie quiso por tratarse de la Marina. La gente le tiene mucho miedo a los marinos; yo en cambio les tengo coraje. No es justo lo que me hicieron, comenta y muestra las huellas de torturas en las fotos tomadas por su madre cuando lo presentaron ante el juzgado quinto federal.
El montaje
¿Quieres abecedario o las vocales?, le preguntaban los torturadores a Daniel. Se trataba de darle un tablazo por cada letra: “Querían que me quebrara. Me dejaban tirado en el piso. Apenas me mojaban los labios con agua. Nunca pude ver el lugar, pero parecía un gimnasio. Cerca había unos baños. Recuerdo el olor y hasta allí me llevaban. Nunca dejaron de golpearme. El tercer día me dijeron: Mucho cuidado con hablar y contar algo. Si lo haces, mataremos a tu familia.
La Secretaría de Marina tiene su destacamento en instalaciones deportivas ubicadas en avenida López Mateos. Tres días después deloperativo en la calle Uranio, colonia San Pedro 400, emitió un comunicado donde señalaba que había detenido a 10 hombres pertenecientes a un grupo del crimen organizado, concretamente aLos Zetas. El documento decía que en la operación aseguraron dos AK47 (cuerno de chivo), un fusil ametralladora M-1 calibre 30, dos armas cortas, 111 cartuchos de diversos calibres, 220 dosis de cocaína, 440 dosis más de crack, 80 gramos de mariguana, un vehículo y equipo de comunicación.

Cuando la Marina presentó a los 10 detenidos ante la Procuraduría General de la República el Ministerio Público se sorprendió: “Se quedó asustado al ver lo golpeado que estábamos. Nos dijo: ‘Cómo los han dejado’. Pero nadie intercedió por nosotros. Yo traía el ojo derecho cerrado por los golpes. En las heridas de las muñecas traía pus. No podía caminar. Estaba muy adolorido. En ese momento conocí a los que supuestamente eran mis cómplices”, cuenta Daniel.
Para su sorpresa, Daniel descubrió que no era el único inocente acusado falsamente por la Marina. En el penal se fue familiarizando con cada uno de los detenidos que componían la supuesta célula de Los Zetas. Cuenta que tres fueron sacados por los marinos de un taller mecánico cercano a su casa en San Pedro; otros tres lavachoches los detuvieron en el estacionamiento del supermercado Soriana y dos eran camioneros que fueron detenidos una noche antes en un enfrentamiento que ocurrió en Santa Catarina, donde murió un marino. Ambos se resguardaron de la balacera en la tienda de una gasolinera: Un trailero trabaja en Vitro y llevaba la carga. Tiene todos los documentos que avalan el recorrido que hizo. Iba a Tepic, de donde es. El otro trailero es de Querétaro. Los tres compartimos celda.
Todos han tenido la oportunidad de contarse sus historias y cotejar los datos con los que cuentan. El proceso que se les sigue es por pertenencia al crimen organizado. La Marina no se ha presentado en las pasadas dos citas jurídicas: Todo fue un montaje. Fueron levantando inocentes por puro coraje, porque les mataron a uno de ellos y querían presentar a los culpables de cualquier manera. Ahora saben que el caso no se sostiene. No tienen nada de lo que dicen. Hay muchas contradicciones en el expediente.
Daniel es un gran amante de la música. Y ha trabajado como DJ en bares y discotecas. Estaba desempleado desde hacía unos meses, intentando recuperarse de sus problemas de columna. Su madre lo ayudaba económicamente: Lo único que quiero es salir de aquí y olvidarme de todo. No he dejado que mis niños me vengan a ver. No lo soportaría. Sólo pienso en abrazarlos y estar nuevamente con ellos, dice llorando.
Madre Coraje
Blanca Eva Morales tuvo cinco hijos. Al nacer el último, con una deficiencia mental, su esposo la abandonó. Eso fue hace 18 años y desde entonces los ha sacado adelante: Yo vendo zapatos, ropa, trabajo todos los turnos que haga falta porque no quiero que anden mal vestidos ni que les falte nada, dice mientras sirve el mole y anima a Daniel a comer.
Tiene los ojos verdes. Lleva recogido el pelo en una coleta. Usa pantalón de mezclilla y camiseta. Parece una mujer enérgica, pero su cara amorosa se expone en cuanto mira a Daniel. Todos los días que puede viene a verlo a la cárcel. Le trae despensa, medicinas, cobijas, ropa, calzado: No puedo dejar que se me venga abajo.
Recuerda la angustia que padeció mientras el joven estaba desaparecido y el vía crucis judicial de estos últimos tres meses. Se limpia las lágrimas. Da un trago al refresco y dice: “Fui y me paré a la Marina hasta que apareció. Les gritaba. Los escupía. Les decía: ‘Deténganme a mí, desgraciados. Si me lo matan, no se la van a acabar”. Yo sabía que lo estaban torturando. Allí estuve día y noche. Me tomaban por loca. Yo pensé: si me lo entregan va estar bien golpeado. Me lo van a dejar peor de la columna. Tal vez tenga que volver al pañal y la sonda, pero no me importa. Si me lo matan, lo van a desaparecer”.
Blanca es policía y conoce los entresijos del sistema judicial: Fui viendo los detalles del expediente. Todo se cae por sí solo (...) Me entró mucho coraje. Fui y hablé con la directora de la Comisión Estatal de Derechos Humanos y no quiso hacer nada. Le pedí ayuda a mucha gente. Nadie quiso hacer nada. Todo mundo le teme a la Marina. Yo no.

domingo, 16 de enero de 2011

Vivimos en un Estado de excepción?

Este sexenio la CNDH ha recibido 174 quejas contra la Semar por violaciones a garantías
Afloran abusos de la Marina tras operativo en colonia pobre de NL
Vecinos narran irrupción de la Semar en la que hubo tortura y allanamientos, entre otros excesos


María del Carmen García González, una de las victimas del operativo de la Marina en la calle de Uranio Foto Sanjuana Martínez

Sanjuana Martínez
Periódico La Jornada
Domingo 16 de enero de 2011, p. 5

El estrépito del helicóptero sobre las casas los asustó. El viento generado por las hélices sacudía con fuerza los árboles. Los vidrios de las ventanas trepidaban. De pronto, la calle Uranio de la colonia San Pedro 400 (municipio San Pedro Garza García), la más pobre de la zona, se llenó de camionetas con uniformados, metralleta en mano, gritando e insultando a los vecinos; pateando las puertas, entrando a las viviendas sin mostrar orden de cateo, golpeando a jóvenes y amas de casa. Parecía la guerra. Se trataba de uno de los tantos operativos de la Secretaría de Marina-Armada de México (Semar) en Nuevo León, cuyos métodos de acción violan la Constitución, las garantías individuales y los derechos humanos.
Eran las 11 de la mañana del domingo 17 de octubre de 2010 y Lucila Escamilla López, de 70 años, almorzaba mientras su nieto Daniel Rodríguez Morales, de 29, se lavaba las manos junto a la ventana y sorpresivamente vio aparecer el cañón de un arma larga: ¡Abre!, le ordenó un marino. “Entraron como animales. Con puras maldiciones. Cuatro me encañonaron con metralletas, y a mi nieto otros cuatro o cinco se lo llevaron a una esquina para golpearlo. ‘¿Qué quieren?’, les dije, ‘déjenlo, está enfermo’. Y uno me contestó: ‘¡Cállese, vieja pendeja, y no se mueva!’ Le rajaron la cabeza con la mugre arma. Se lo llevaron sangrando y lo subieron a una camioneta desmayado.”
Durante el sexenio de Felipe Calderón la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) ha recibido 174 quejas contra la Semar por violaciones a los derechos humanos, incluidos asesinato, tortura, amenazas, detenciones ilegales y allanamientos a propiedad privada. El año pasado en Nuevo León se presentaron 13 denuncias.
También la Marina
La Semar tiene presencia en la República con más de 15 mil infantes que operan en estados como Nuevo León, Tamaulipas, Sinaloa, Morelos y el Distrito Federal. En 2007 recibió 31 quejas; en 2008, 45; al año siguiente, 42 y el año pasado, hasta el 15 de julio, 56. Veintiún denuncias son por detención arbitraria, 17 por trato cruel, 16 por retención ilegal, dos por asesinato y una por tortura. Del total, la CNDH ha girado sólo seis recomendaciones y ninguna ha sido debidamente atendida por la institución, ya que los militares no están sometidos a la ley civil.
Se configura un Estado de excepción con esta guerra del narcotráfico, dice en entrevista Luis Arriaga, director del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez. Marina y la Secretaría de la Defensa, aunque estén separadas, son igualmente corporaciones militares y no son las apropiadas para participar en tareas de seguridad pública, porque no están debidamente preparadas y han aumentado las violaciones a derechos humanos.
En el operativo de la Marina en San Pedro 400 se violaron derechos humanos: privación ilegal de la libertad, tortura, allanamiento de propiedad privada y trato cruel contra un minusválido.
Hace unos años, Daniel cayó de un árbol y quedó paralítico. Con mucho esfuerzo, una operación y trabajo de rehabilitación logró recientemente dejar la silla de ruedas para empezar a caminar con muletas: “No lo dejaron que agarrara las muletas, ni el bastón. A mí no me dejaban que me parara. Me lo sacaron inconsciente. Cuando salí aquello parecía la guerra. Lo tuvieron tres días en el cuartel. Desaparecido. Mi hija [madre de Daniel], día y noche, afuera de la Marina y no le daban razón. Hasta que apareció su nombre en la tele. Ya lo tenía la Policía Federal, pero no pasaron su imagen. Luego entendimos por qué. Lo estaban torturando. Cuando lo vio su mamá estaba bien golpeado. Le quebraron la nariz. Le dañaron la columna. Lo tuvieron colgado de las manos para tablearlo. Pobrecito, mi hijo, lo dejaron bien fregado”, narra Lucila sin poder contener las lágrimas.
Luis Arriaga recuerda que el artículo 16 de la Constitución mexicana señala que nadie puede ser molestado en su domicilio sin orden judicial: Es una de las violaciones de derechos humanos más recurrentes. Es un delito que se llama allanamiento de morada. La Marina no debe delimitar los derechos de las personas. Está obligada a proteger a los ciudadanos y por ninguna razón debe torturar ni hacer irrupciones de esa manera. Puede detener en flagrancia, pero no así.
Detenido en Santa Catarina
El nombre de Daniel apareció luego en un comunicado oficial de la Marina. Los reportes periodísticos lo identificaban como parte del crimen organizado y de un grupo de 10 zetasdetenidos en Santa Catarina tras un enfrentamiento entre sicarios y marinos, con saldo de tres delincuentes y un miembro de la Armada muertos y una mujer herida que pasaba por el lugar.
Daniel fue trasladado al penal de Apodaca y a medida que pasaron las semanas su familia no salía del asombro: “Ahora dicen que lo detuvieron en Santa Catarina, que le encontraron tres armas largas, tres camionetas robadas y bastante droga. ¿De dónde? Si lo sacaron de aquí y ni buscaron, ni preguntaron por su nombre, ni tenían orden de aprehensión, ni le han demostrado nada. Ellos me arrancaron mi teléfono y se lo llevaron. Me dejaron incomunicada. ¿Por qué actúan de esa forma? No creo que anden tan buenos esos fulanos. Si andan buscando droga ya la traen dentro, no andan buenos y sanos, una persona normal no hace lo que ellos hicieron. A mi vecina Blanca por poco la ahorcan. Y a Angelina, que andaba barriendo la calle, le gritaron: ‘¡Órale, vieja pendeja, a chingar a su madre. Pa’dentro!’ ¿Qué es eso? Dicen en la tele que los de la Marina son los mejores; para mí, son los peores”.
Desaparecidos
Las denuncias contra la Marina no son sólo por privación ilegal de la libertad o tortura, también por desaparición. En Coahuila se registraron 120 denuncias el año pasado: “El Estado, al ponderar a la Marina como institución ‘salvadora’, muestra la crisis de las instituciones militares. La presentan como la institución limpia, pero es una aceptación de facto del gobierno mexicano de la limitada, débil y poco confiable actuación de las fuerzas armadas”, dice en entrevista Blanca Martínez, directora del Centro Diocesano para los Derechos Humanos Fray Juan de Larios.
El operativo en la calle Uranio duró más de una hora. Según testimonios de los vecinos eran 10 o 12 camionetas, el helicóptero y unos 90 marinos fuertemente armados. Sin orden de cateo entraron en las casas ubicadas en la cuadra que cruza con la calle Plomo: “A mí me agarraron del cuello y me llevaron afuera. Me tuvieron pegada a la barda junto a mi hijo de 17 años. Me gritaban: ‘Es tu esposo el que vive al lado’ y yo les decía que no, que soy madre soltera. Me dejaron el cuello enrojecido. Me estuvo doliendo unos días. Fue horrible. Yo sí estoy dispuesta a declarar en favor de Daniel. Se lo encomiendo a la Virgen de Guadalupe. Ahora dicen que lo detuvieron en Santa Catarina y que le encontraron armas y droga. No es cierto”, comenta María del Carmen García González, de 38 años.
El comunicado de la Marina dice: “En esta operación también fueronaseguradas tres armas largas, dos armas cortas, 111 cartuchos de diferentes calibres, 220 dosis de presunta cocaína y 440 de aparente crack, 80 gramos de [posible] mariguana, un vehículo y equipo de comunicación”.
Virginia Montes, vecina del lugar: “No es verdad, al pobre muchacho lo conozco desde que nació. Si apenas empezó a caminar con muletas y bastón, estuvo mucho tiempo en silla de ruedas sin poder trabajar ni moverse. Lo golpearon mucho y dicen que le quemaron las piernas. Aquí entraron como unos ocho marinos.
Subieron al segundo piso. Me anduvieron moviendo cosas. Sentí mucho miedo. Hasta escalofríos me dieron. Me senté en un rincón de la cocina con otra vecina a esperar que se fueran. Luego vimos cómo se llevaban cargado a Daniel.
Los marinos intentaban incriminar a más gente. A Gregoria Lora le decían que la camioneta estacionada afuera de su casa, perteneciente a uno de sus hijos, era robada y usada para secuestros: Les dije que no tenía las llaves, que mi hijo andaba trabajando. Y le quebraron un vidrio. Me dio mucho miedo porque entraron a mi casa, hasta esculcaron los juguetes de mis nietos; menos mal que ninguno de mis cuatro hijos estaba, porque también se los hubieran llevado como al de mi comadre.
Lucila Escamilla tiene seis hijos, 16 nietos y tres bisnietos. Colocó un altar para rezar por los más necesitados. Y guarda las muletas de Daniel. Cuando los marinos se llevaron a su nieto también cargaron a su hijo Francisco, de 28 años: Se lo llevaron y lo pusieron frente a un fulano para ver si lo reconocía y decía que había robado una camioneta; como el señor dijo que no, pues lo soltaron.
Tiro en la cabeza
Las vecinas vieron cómo se llevaban a otros jóvenes. Desaparecieron varios. A los tres días un muchacho, cuyo padre es dueño de un taller mecánico, apareció muerto en un monte cercano con un tiro en la cabeza. Lucila cuenta que se los encontró en la policía, donde también andaban buscando a sus familiares: “Éramos varios, luego les dijeron que apareció muerto. Yo fui a declarar y dije las cosas como son. No le puedo ni aumentar ni quitar. Yo soy gente decente, al igual que mi familia. El abogado me recomendó que no dijera nada malo de la Marina, pero tengo mucha indignación por lo que hicieron. ¿Por qué me voy a callar? Mi muchacho no andaba mal. No le han podido comprobar nada. Yo los crié a todos y siempre los llevé por el buen camino. Nomás cumplían los 15 años y se ponían a trabajar, pero como Danino podía caminar, su mamá lo ayuda. ¿Cómo un muchacho que apenas puede caminar iba a andar en Santa Catarina vendiendo droga?”
Daniel Rodríguez Morales tiene dos hijos, de tres y cinco años. Su madre, Blanca Eva Morales, trabaja de policía y sola ha sacado adelante a sus cuatro hijos. El quinto se suicidó hace seis meses arrojándose del Puente Atirantado. Dos días a la semana le lleva las inyecciones necesarias para mitigar el dolor. La abuela Lucila no deja de lamentar que un inocente sea incriminado falsamente por la Marina:Llevamos muy mala racha. Es muy triste. Nunca podrán comprobarle nada porque todo es una mentira.

jueves, 13 de enero de 2011

El mundo no se puede descifrar fuera de la poesía: Tomás Segovia


"La tentativa del poeta es producir algo que le asombre a sí mismo; es un parto. Escribo para que me quieran por mi sensibilidad"

Tomás Segovia, autor de más de 50 libros, publica Estuario, su poemario más reciente Foto Sanjuana Martínez

Sanjuana Martínez
Guadalajara, Jal., 9 de enero. Eterno refugiado, exiliado casual, republicano comprometido, perpetuo desarraigado, anarquista, Tomás Segovia tiene una lucidez prodigiosa a sus 84 años y escribe la poesía más libre, la de la vejez.
Ya no tengo que demostrar nada a nadie. No tengo ningún temor. La poesía me lleva a la sabiduría, dice en entrevista con La Jornada el poeta, dramaturgo, traductor y ensayista, mientras firma al lado de su esposa y cómplice, María Luisa Capella, su más reciente poemario: Estuario (Ediciones sin nombre, 2010).
Segovia camina y escribe poemas; piensa y redacta mentalmente hurgando como un hábil artesano las mejores palabras. Su cabellera y barba plateadas resplandecen en la luz de la mañana; sus manos, que han surcado los mares del conocimiento, hablan al moverse:
"Ahora escribo absolutamente por gusto. No tengo ningún temor de que me digan qué debo escribir o me reprochen. Por muy libre que quise ser de joven, estuve tenso, pensando en los críticos o en tal o cual opinión de fulano. A mi edad ¿qué van a decir los críticos? Nada."
Autor de más de 50 libros, ha traducido al español a Rilke, Ungaretti, Harold Bloom y Lacan. Actualmente trabaja en Hamlet, de Shakespeare, y se ha propuesto un heroico reto: traducir Dios, el gran poema de Víctor Hugo, tarea que inició hace 50 años y ahora pretende terminar.
Para Tomás Segovia una hoja, el sonido del aire, la luz del crepúsculo o el silencio de la noche, son lenguaje. Respira poesía, emite arte y abraza la vida en todo su esplendor cuando lee en público: Es un poco raro que la poesía de la vejez sea más llamativa que la de juventud, dice.
–¿Por qué será?
–Porque soy mejor poeta.
–Supongo que gracias a la experiencia, ¿o hay otra razón?
–Podría haber una explicación de mala fe diciendo que como tengo menos memoria y yo escribo de memoria tengo que hacer poemas más breves o reducirme a una idea poética.
–Después de su más reciente libro publicado vuelve usted a los poemas largos...
–Sí, son relativamente largos y los sigo haciendo de memoria. Tengo que reconocer que he perdido memoria y ya no puedo manejar tanto lenguaje como cuando era joven, pero sí puedo manejar poemas largos.
–Poemas de la vejez...
–La sorpresa de la vejez fue la libertad. Los achaques de la vejez los preveo. Sé que luego voy a ser sordo, con dificultades para caminar, dolores de lumbago, pero lo que nunca preví fue la libertad que iba a sentir con la vejez. A esta edad ya no tengo que demostrar nada.
–¿De verdad?
–Ya no estoy en competencia. Eso de no tener que estar justificándose. Ya no siento la vida como exigencia a la que le tengo que cumplir. Estoy en paz con la vida. Esa es la libertad.
–¿De qué está hecha la poesía de la vejez, además de libertad y experiencia?
–¿Te parece poco? (risas)... Hay sabiduría de la vida. La poesía tal como yo la concibo es justamente esa cosa milagrosa de llegar a la sabiduría. Lo que siempre me ha deslumbrado de la poesía es que cuando ya no era joven y escribía un poema, yo sabía que no era tan sabio como mi poema. Es la poesía la que es sabia. Es lo milagroso. La tentativa del poeta es producir algo que le asombre a sí mismo. Es un parto.
–La poesía intenta descifrar el mundo, dijiste ayer... ¡menuda tarea!
–La poesía lo descifra como nadie. El mundo no se puede descifrar fuera de la poesía.
–Sus poemas amorosos escritos de joven también tienen sabiduría...
–Los escribí cuando tenía 25 años y son de una sabiduría que yo no tenía. Yo no paraba de hacer tonterías amorosas, pero los poemas no. Entra uno en las fuentes del lenguaje. La sabiduría esta allí. Llegas cuando estás desnudando las palabras. Pensar nunca ha sido otra cosa que hurgar debajo de las palabras.
–¿Y el oficio sirve?
–También sirve. La poesía no es una profesión, es un oficio. Claro que el oficio se va perfeccionando con el uso, con la táctica. Y yo creo que el oficio es mejor ahora, porque tengo más malicia de artesano. Ya no limo tanto donde no es necesario y sé dónde hay que limar.
–¿Luz provisional, publicado en 1950, fue su primer poemario? –se le pregunta.
–El primero que di a la imprenta. Fue una edición casera, manual. Eso es constante en mi vida. Yo tenía 21 años cuando hice ese librito con mi amigo Enrique de Rivas. Inventamos la tipografía manualmente, está hecho a mano, en casa. Con el sistema que se hacían los carteles de toros. Era una especie de grabado en cartón piedra.
–De ese poemario de 1950 al más reciente, titulado Estuario, publicado en 2010, hábleme de la evolución de su pensamiento...
–Hay constancia. Soy un poco monocorde. Mis temas son los mismos. La sensibilidad sí ha evolucionado. Y creo que he evolucionado más en la poesía que en el pensamiento.
–¿En sus ensayos?
–Sí, también. Ahora me da vergüenza releer mis ensayos escritos cuando tenía 19 años. Hay un amigo español que ha hecho una antología de ellos, pero no encuentra editor y me pregunta mi opinión. Puso muchos ensayos de mi primera época desde los 20 hasta los 30 años. Y yo le decía que son inmaduros. Me siento un poco incómodo. No por mis ideas, que eran más o menos las mismas que ahora, sino por la torpeza para expresarlas. Es algo demasiado polémico y combativo, algo que se da cuando uno es joven.
–¿Y cuando uno es viejo?
–Ahora soy mucho más tolerante e interesado en lo otro. Aunque he cambiado poco. En la poesía sí he cambiado un poco más. Al principio empiezas buscando, pero cuando encuentras el camino no entiendo la manera de cambiar; me parece un prejuicio moderno completamente infantil. Es un daño que hizo sin querer la generación de Picasso, sobre todo él. Estar vivo es estar cambiando, pero también es permanecer.
–La muerte casi no está presente en su poesía...
–No mucho. Como poeta yo empecé cuando estaba de moda la muerte: Muerte sin fin, de Gorostiza, o Nostalgia de la muerte de Villaurrutia, la expresión de la nada. Desde muy joven comencé a pensar que no quería la muerte, a pensar que quería vivir. No tengo nada contra la vida. No tengo reproches. El terror de la muerte es una cosa más juvenil que de vejez. Hay un poema donde hablo de que al despertar del sueño vuelve uno a encontrarse con los demás, como en una plaza pública y dándome cuenta de que no me he muerto. Esa sensación de que yo quiero vivir y sé que me voy a morir. Tampoco hay que edulcorar las cosas y poner la vida color de rosa. Hay que enfrentar la muerte; otra cosa es entregarse de pies y manos. Cuando aparece la muerte en mi poesía la acepto, pero no la cultivo.
–¿Hoy día no piensa en la muerte, a pesar de la edad?
–Hace cinco años estaba muy enfermo, al borde de la muerte. Mis poemas de esa época son muy vitales. Escribí más que nunca: Si alguna vez pisé el terreno de la muerte... pero sigo siendo humano, porque sigue habiendo alguien que no quiere que yo muera.
Las modas
Tomás Segovia convivió con Luis Cernuda, Rosa Chacel, Ramón Gaya, pero su gran maestro fue Emilio Prados. Desde muy joven se reveló contra las vanguardias y la llamada modernidad o posmodernidad, y se fue imponiendo retos en la escritura.
“Ahora trabajo un rato en la traducción del gran poema de Victor Hugo, Dios, la cual empecé hace 50 años. Traduje algunos fragmentos. Es un poema del tamaño de Dios. Y ése yo lo empecé a traducir cuando di mi primera conferencia pública. Es un poema filosófico, místico, de 3 mil versos, que nadie quiere publicar. Y espero algún día terminarlo. Es el tipo de poesía que está fuera de moda
–¿Cuál es la moda en la poesía?
–Estamos viviendo la modernidad vergonzante. Hubo un engolosamiento con la modernidad, una idea del siglo XVIII puesta en práctica en el XIX. Durante el XX seguían creyendo que era lo nuevo. La poesía moderna se inventó en 1897. ¿Cómo van a decir que es moderna? El cubismo es de 1909. La física cuántica es del siglo XIX. El mundo cambia velozmente, pero el conocimiento muy despacio. La posmodernidad no es antimodernidad, sino la hijita tonta de la modernidad. Es lamentable.
–¿Por qué le choca la modernidad?
–Porque la modernidad doctrinaria siempre empezó como un chantaje, diciendo: el que no crea esto es un nostálgico. Hay mucha gente que no se atreve a decir: la posmodernidad es una pendejada, pero en el fondo lo pensamos todos, lo que pasa es que estamos chantajeados”.
–Usted se formó bajo la influencia de Emilio Prados.
–Sí, y mi primera pelea doctrinaria fue a propósito de Dalí, porque decían: es un farsante, estafador, ladrón, reaccionario, pero qué bien dibuja. Y yo decía: pero si dibuja como los anuncios de carteles de zapatillas. Eso no es dibujar bien. Luego me decían que Breton era lo moderno, pero si ese señor nació el mismo año que mi abuela. Conozco muy bien al enemigo: el surrealismo, el arte abstracto, el estructuralismo y el lacanismo. Todo lo que me parece sospechoso lo estudio, no lo niego simplemente. Se dice que el arte no es útil y que usarlo es traicionarlo. Y yo digo que no. La verdadera función del arte es imprescindible. En el momento menos pensado viene un poema que aprendí leyendo poesía y lo voy a usar para pensar, entender, comprender, sentir y tomar decisiones.
– Y la esencia de Estuario, ¿cuál es?
–Había personas que no tienen especial cercanía o afición a la poesía y que se sintieron cercanas a ella gracias a mi lectura. Eso es a lo más que puede aspirar un poeta: a revelarle la poesía a alguien.
–Al leer sus poemas eróticos se descubre que el erotismo es una constante en su trabajo... ¿cómo vive ahora la parte erótica de su poesía?
–Con la vejez el erotismo se va volviendo amor. Distinguimos el amor del deseo. Es algo muy sutil. El freudismo vulgar tiende a convertir el amor en erotismo. Tiende a pensar que el amor es una máscara del erotismo. Como si quieres mucho a tu mamá es que te quieres acostar con ella. La imagen que produjo el freudismo es ésa. El deseo sexual es fundamental, pero el deseo es más lo que dijo Platón que lo que dijo Freud. La gente piensa que es cumplir un instinto. Freud dijo no son instintos son pulsiones.
–Ahora escribo una poesía que también es del deseo. Ya no es directamente sexual. En la pareja el deseo se vuelve amor, enamoramiento. En la vejez hay un amor... El placer de mirar a las mujeres: Aunque el hombre no coma la pera del peral, el estar a la sombra es placer comunal.
–Su reciente novela, Cartas de un jubilado, cultiva el género epistolar.
–Mi novela trata de la seducción del don Juan Santaella. El arte es seducción y no tiene nada de malo. Ese prejuicio contra la seducción es represión en el sentido freudiano. Machismo.
–¿Para qué escribe?
–García Lorca contestó: para que me quieran. Yo escribo para que me quieran por mi sabiduría, por mi sensibilidad.